Él, del caos extraía belleza.
Ella, la belleza del caos.
Él, con sus manos, con sudor,
modelaba la materia
hasta convertirla en vida;
vida hermosa, creíble, respirable.
Ella, se dormía en la nada;
se dejaba llevar por el viento
e interpretaba una suave melodía.
Él y ella eran hermosos,
eran humanos
e imperfectos.
Pero amaban la belleza
y allí confluían sus almas;
en ese paraíso exquisito
con límite de entrada.
La barca avanzaba plácida
por un mar extraño:
él y ella, cogidos de la mano,
soñaban mundos alejados,
y en la estela del barco
se reían las burbujas del agua.
Josefa
No hay comentarios:
Publicar un comentario