CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



miércoles, 19 de diciembre de 2012


Paseo por Gijón con el Sr. X
Su rastro se puede seguir a través de grafitis cargados de humor e ironía
http://ep01.epimg.net/elviajero/imagenes/2012/12/11/actualidad/1355249012_600931_1355249143_noticia_normal.jpg
Pablo Picasso con un espray de pintura, imaginado por Sr. X en Gijón.
Al Sr. X no le salen con facilidad las palabras. Por no decir, no dice ni su nombre y su origen lo sitúa en la Interzona, ese no lugar imaginado por su admirado William Burroughs. El Sr. X tiene su propio lenguaje, pero en lugar de palabras utiliza espray ypinceles. Sus ideas transitan de madrugada por aceras y paredes en forma de grafitis que animan las calles de Gijón con arte e ironía, pero también se puede seguir su rastro en París, Madrid, Barcelona y Colonia.
Para sus trabajos emplea el stencil, plantillas que se adhieren a la pared y se pulveriza aerosol encima. “Es la forma más antigua de pintar. Es la pintura de las cavernas, donde el contorno de las manos era la plantilla”, explica. Sus intervenciones rondan la treintena, aunque vienen con fecha de caducidad. Desaparecen con frecuencia bajo la bayeta de la autoridad. “Es efímero, lo borran, bien, así el street art se va renovando”, admite. Nocturnidad y anonimato acompañan a este artista urbano mientras trabaja, pero su fugaz galería merece un paseo a la luz del día por la ciudad asturiana.
En el paseo nos encontraremos, en la Playa de Poniente, con una chica que desde el borde de una alcantarilla parece sugerir que en cualquier sitio uno puede sentirse como en casa. Una puerta al submundo por la que, si permanecemos atentos, veremos deslizarse a un cocodrilo en las cercanías del Club de Vela.
El recorrido prosigue por el Puerto Deportivo hasta la Punta de Lecquerica, donde la mirada de la chica de Bowman sobrevuela la bahía. Es este uno de los rincones favoritos del Sr. X, que manifiesta su atracción “por los sitios degradados, por la textura de lo viejo”. Y allí donde el mar castiga al malecón intercambiaban opiniones Alf y Bukovsky. “Pues yo prefiero a Ken Follet”, proclamaba el extraterrestre. Un fascinantecollage urbano que avanza entre farolas camufladas como habanos, ilustraciones de El Principito en señales de tráfico y mensajes contra la sociedad de consumo.
Carácter reivindicativo, pero con humor: “Son pequeños gags visuales, para que la gente los vea y se alegre un poco”, propone su autor. El Arte Pop, la Generación Beat o Camilo José Cela son algunos de los referentes privados de este señor del arte urbano, el mismo que imaginó a Picasso con un espray en la mano.

domingo, 16 de diciembre de 2012

'Odio y amo', la poesía amorosa de Catulo



catulo
Odio y amo
Quizá te preguntes
cómo puedo hacer eso.
No lo sé.
Pero es lo que siento,
y me torturo.
Catulo nació en Verona, en el año 87 a.C. y vivió en la Roma del fin de la República. Era aquella la Roma de las conjuras, de las damas sibilinas y bellas, de las fortunas inmensas amasadas a costa de los provinciales, de los asesinatos políticos, de las batallas verbales en el foro. Catulo fue contemporáneo de César a quien dedica unos cuantos versos, de Cicerón y de Publio Clodio, el tribuno de la plebe que abandonó el patriciado y se convirtió en el más representativo exponente de la juventud dorada revolucionaria. Con ellos se relacionaba y seguramente no andaba escaso de opiniones políticas, pues en algunos de sus poemas se dejan ver.
Pero sobre todo Catulo será siempre un poeta vivo por todos aquellos versos amorosos y lascivos. Por los versos que hablan de la pérdida y la melancolía. Lo será también por los más insultantes y burlones, los que acusaban a su amada de entregarse a cualquiera en cualquier esquina. Su pasión por Lesbia, su amante, todavía hace emocionarse al lector. Escuece y quema. Los poetas antiguos no son lejanos recitadores que nada pueden decirnos. No. Catulo habla con llaneza de las pasiones que seguimos sintiendo. Y habla del despecho y de la agonía que es obligarnos a enterrar un amor perdido.
Desgraciado Catulo, deja de hacer locuras,
y lo que está perdido, dalo por perdido.

Lesbia. Bajo ese nombre se esconde una de las damas aristocráticas más conocida en Roma, hermana de Publio Clodio y esposa Metelo Celer. Calificada de libertina y manipuladora, la más amada y la más odiada de las mujeres para nuestro joven poeta. Cuando habla de ella, de su pasión y su desdén, Catulo revive ante nosotros, con una potencia inmortal y contemporánea.
Lesbia continuamente me maldice,
pero no deja de hablar de mí jamás,
que me muera si Lesbia no me quiere.
¿Cómo lo sé?
Porque yo hago exactamente lo mismo
y que me muera si no la quiero.
A Catulo hay que traducirlo de forma cercana, sin temer usar las palabras malsonantes y repetir las obscenidades o los insultos más crueles. Hay que leerlo como son sus poemas en latín: rebosantes de vida y sin miedo a ofender a los bienpensantes y a los mojigatos. Él seguro lo hubiese querido así.

Vivamos, Lesbia mía, y amemos:
los rumores severos de los viejos
que no valgan ni un duro todos juntos.
Se pone y sale el sol, mas a nosotros,
apenas se nos pone la luz breve,
sola noche sin fin dormir nos toca.
Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento,
luego otros mil aún, y luego ciento…
Después, cuando sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Un gato no


Venían de un largo viaje y estaban cansados.
El sofá se les apareció como un tesoro familiar
donde hundir sus  marchitas existencias.
Habían ido despojándose de prendas y sembrando
con ellas los caminos transitados,
y llegaron a casa prácticamente desnudos.
El calor del hogar ya no era como antaño,
apenas caldeaba la sangre dormida, pero
aun así les resultó confortable pues venían
del frío de la vida.
Allí se dejaron caer y abrazaron sus manos
cual  último reducto conquistado y se
miraron a los ojos, y el temor se reflejó
en ellos…
Nada les quedaba de antaño y un campo desolado era su hogar porque ya no había  alegría, ni  esperanza, y aún menos romanticismo, o  ilusión por vivir.
Solo había un viejo sofá de colores desvaídos que soportaba estoico el peso de aquellas sombras vacías.
Un gato no saltaba sobre el respaldo ni dejaba sus huellas en el suelo polvoriento.
Tal vez, no había puerta para cerrar.
Ni para salir.

                                              Josefa



















viernes, 9 de noviembre de 2012

DEMUESTRA QUE NO ERES UNA BRUJA



Miles de personas, sobre todo mujeres, son acusadas de brujería en Nepal
Es una maldición que puede acabar con sus vidas.


A Ranwati Chowduri la llaman bruja. Porque, cuando una de sus familiares enfermó, un chamán aseguró que la dolencia estaba provocada por un maleficio que ella le había lanzado. Para descubrir la procedencia de la magia negra que mantenía postrada en la cama a la mujer, el curandero utilizó una curiosa técnica: cuando la fiebre hacía delirar a la enferma, él le zurraba. “Con cada golpe solo decía una palabra: mi nombre”, recuerda Ranwati con un escalofrío. Para los habitantes del poblado en el que reside esta mujer de 38 años, situado en una remota zona del extremo oriental de Nepal, la relación causa-efecto resultó muy clara. “Me acusaron de haber provocado su dolencia”.
A partir de entonces, la vida de Ranwati se convirtió en un infierno. “Incluso mi marido me gritaba, y quiso echarme de casa”. Pero se armó de valor y decidió dar la cara. La única solución en un poblado en el que la mayoría es analfabeta y jamás ha pisado una escuela era someterse a la prueba que propuso el chamán para salir de dudas: propinaría otra paliza a la mujer convaleciente; si las magulladuras aparecían en el cuerpo de Ranwati, se demostraría que esta era la culpable de su padecimiento. Ambas accedieron. A la enferma estuvo a punto de enviarla directamente a la tumba, pero el cuerpo de Ranwati continuaba inmaculado. Así que el santón la declaró inocente.
Pero ahí no acabó su odisea. El pueblo comenzó a sospechar, y finalmente decidió que Ranwati había sobornado al chamán. “Todos creyeron a una mujer que dijo que me había visto con dinero ese día”. Así que el jefe del poblado, generalmente la persona más adinerada o influyente, decidió recurrir a la justicia popular, que consiste en una asamblea presidida por él y que conforma el órgano en el que se dirimen las disputas en primera instancia. “Se formaron tres grupos: uno que me apoyaba, otro que estaba en mi contra y un tercero de indecisos que quería repetir la prueba”. Ganó el último, y una vez más la enferma tuvo que pasar por un calvario.
En esta segunda ocasión, al exorcista no se le ocurrió otra cosa que quemar con cigarrillos a la víctima del supuesto conjuro. Una vez más, para culpabilizar a Ranwati era imprescindible que las quemaduras apareciesen en su cuerpo. Lógicamente, eso no sucedió, y su inocencia quedó nuevamente certificada. O así debería haber sido, porque, aunque nadie se atreve ya a acusarla directamente, lo cierto es que la mujer ha sido segregada de la comunidad. “Tienen un pacto secreto para volver a culparme en cuanto suceda algo negativo en el pueblo, y me han dicho que me darán de comer heces y me harán beber orina. Yo estoy tranquila, porque sé que no soy una bruja, y ya les he dicho que si consiguen probar lo contrario, comeré lo que tenga que comer”. Y si los vecinos se sobrepasan, acudirá a la policía.
El caso de Ranwati roza el surrealismo, pero es frecuente en los países del subcontinente indio, donde diferentes factores se alían para crear situaciones propias de la Edad Media. “La superstición y la falta de formación son el caldo de cultivo perfecto para que la envidia o el odio se canalicen de esta forma contra quienes generalmente son los eslabones más débiles de la sociedad: mujeres solas, en muchos casos viudas, pertenecientes a los grupos de intocables Dom y Mester”, explica Ram Kumari Das, presidenta de la Asociación de Mujeres de Siaraha Lahan, la comunidad en la que reside Ranwati, que recibe apoyo deAction Aid Nepal y de su organización hermana Ayuda en Acción España. “La población cree en la magia blanca de los chamanes para la curación de todo tipo de enfermedades, y eso lleva a que la mayoría también crea en el mal uso que se puede dar a esos poderes”. Las acusaciones se pueden lanzar sin prueba alguna y, en ocasiones, las consecuencias resultan fatales.
Es el caso de Dengani Mahato, una mujer de 40 años cuya muerte en febrero provocó gran consternación en el país del Himalaya. Había sido acusada de brujería tras la muerte de un niño que residía cerca de su choza, y fue ajusticiada por una decena de hombres que la apalearon antes de rociarla con queroseno y prenderle fuego delante de su hija de nueve años. La quemaron viva, y ni siquiera querían permitir que la policía recuperase el cuerpo para realizar la autopsia. El primer ministro nepalés, Baburam Bhattari, anunció una compensación de un millón de rupias (en torno a 10.000 euros) para los dos hijos de Dengani, y pidió a la población que no confíe en los chamanes. Sin éxito.
 “Los casos van en aumento”, sentencia Ram. “En nuestro distrito tenemos documentados casi 40 en los últimos tres años, pero solo uno ha llegado a los tribunales y nadie ha sido castigado. Generalmente, la policía no quiere involucrarse, y deja la justicia en manos de los comités locales, quienes, aunque el código penal recoge castigos de hasta dos años de cárcel para las personas que acusen a alguien de brujería, no siempre fallan en favor de la víctima”. La ley en este país de cohesión imposible es poco más que papel mojado y, por eso, la Asociación de Ram se reúne cada mes para ofrecer consejo a las víctimas.
Panu Chowdury es una de las últimas. “A un niño de mi pueblo le picó un escorpión. El chamán dijo que el veneno era raro, que tenía mucha más fuerza de la habitual y que no podía pertenecer al animal. Que había sido enviado por alguien que quería hacerle daño. La madre me acusó de brujería”, cuenta. Fue suficiente para que una masa enfurecida atacase su vivienda, destrozase el altar que tenía dedicado a Shiva y le diese una paliza a su marido.
La Asociación de Ram intercedió antes de que fuese demasiado tarde, y ofreció pagar 100.000 rupias (algo más de mil euros) si se conseguía probar que Panu era una bruja. Pero si no, los atacantes tendrían que abonar una compensación de dos millones (20.000 euros). “Consiguieron que depusieran su actitud”, recuerda Panu. “Pero no han dejado de hostigarme. Incluso mi nuera me acusa de guardar un espíritu maligno que terminará matando a su hermano”. La nuera y ella mantienen una disputa económica, y la primera ha considerado que la acusación de brujería es la mejor forma de hacer presión para salir victoriosa. “Me consta que ha pagado a un chamán para que la ayude”, denuncia.
Mangal Paswen personifica la otra cara de estas historias. Es un exorcista. Y cree sinceramente en la existencia de las brujas. En el porche de su casa duerme el nieto que nació hace dos meses y su cuerpo está lleno de amuletos y hierbas medicinales destinados a protegerlo de espíritus maléficos y de la magia negra. “Mis dos nietos anteriores fallecieron, y temo que éste, que también está enfermo, corra la misma suerte”, reconoce este hombre de 68 años, que recibió los poderes sobrenaturales de un viejo santón cuando era niño, durante los nueve días que dura el festival de Nourata, “el único momento en el que uno puede convertirse en chamán”.
A Mangal le va bien el negocio. Ofrece todo tipo de rituales, la mayoría para curar dolencias físicas y psicológicas que debería tratar personal médico cualificado. Pero en Nepal este escasea, y su ayuda es la única que muchos vecinos pueden costear. Lo metafísico se impone. “Es casi imposible saber quién es una bruja, pero el refranero dice que ‘cuando hay un leopardo, la cabra desaparece’. Así que si una mujer llega a un lugar y sucede alguna tragedia, es evidencia suficiente”, asegura. Él desentraña la verdad mediante ritos que le permiten entrar en contacto con los espíritus y determinar qué deidad está irritada o quién ha lanzado un maleficio, pero afirma que nunca fomenta la violencia. “Cuando descubro a una bruja trato de convencerla de que deje de practicar magia negra”. Eso sí, si no consigue su objetivo o la acusada no reconoce los hechos, el chamán aboga por medidas extremas. “A las brujas hay que cortarles la nariz y el pelo, y embadurnarles la cara de negro para quitarles sus poderes”.
Afortunadamente, Mangal asegura que, gracias a curanderos como él mismo, muy pocas veces hay que llegar al límite, y que cada vez hay menos juicios de brujería. Sin embargo, solo durante la noche que este periodista pasa con él lleva a cabo dos rituales. En el primero, el objetivo es hacer huir al fantasma de una bruja que está volviendo loco a Ramashish Paswan, un adolescente que sufre brotes psicóticos. “Cuando viene el chamán me encuentro mejor”, asegura él. La escenografía es muy sencilla. Ramashish se sienta en un pequeño taburete a la entrada de la chabola en la que está recluido, y Mangal masculla una retahíla de palabras ininteligibles mientras agarra su cabeza y lo rocía con polvos vegetales. El clímax llega con unas brutales convulsiones que el chamán sufre “en la lucha contra el fantasma”, que escapa a campo través perseguido por Mangal. Con un grito al borde de un arrozal concluye el espectáculo, que el pueblo ha seguido en silencio sepulcral.
La noche acaba con otra escenificación teatral destinada a impedir que el embrujo que sufre una madre enferma pase a la niña que sujeta en brazos. “Es un tratamiento que llevará semanas”, le avisa el curandero frente a una multitud expectante.
Aunque Mangal rehúsa hablar de sus honorarios, las dos familias que han contratado sus servicios aseguran haber pagado “todo lo que ha pedido”. Desde animales hasta tierras. “Son gente muy poderosa en su comunidad. Muchas veces no cobran dinero, pero se resarcen con propiedades e incluso con favores sexuales”, afirma Ram Kumari Das, cuya asociación se las ve y se las desea para convencer, incluso a quienes han sido acusadas de hechiceras, de que las brujas no existen.
De hecho, a Maya Chowdury le ha costado convencerse de que no es una bruja. Porque su madre ya era considerada eso antes de que ella naciera, y ha vivido toda su vida bajo una sospecha que se convirtió en certeza después de que una niña enfermase tras vestir ropa que ella había confeccionado. Tenía 23 años cuando incluso su familia vio en ella al fantasma de su madre. Su marido, militar, la abandonó, y la familia política la obligó a marcharse con sus dos hijas. Hace diez años que vive en dependencias de la Asociación de Mujeres, donde ha descubierto que la ley está de su parte.
Y ahora prepara el contraataque. “He denunciado a mi marido, que se ha vuelto a casar. El juez me ha otorgado una pensión para las niñas de 3.000 rupias al mes (30 euros), y exige a mi marido que me dé parte de la tierra que teníamos”. Sin embargo, desde que este se fue al extranjero en una misión de paz, Maya no ha visto ni una rupia, y peligra la escolarización de sus dos descendientes, de 8 y 12 años. “Cuando regrese volveré a demandarlo. Porque no somos brujas”.

martes, 30 de octubre de 2012

domingo, 28 de octubre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

Con sentido

El otoño ha sacado, por fin,
sus ropas del armario
y orgulloso pasea entre charcos y brumas.
Un vago tufillo de melancolía
emerge del asfalto y se posa
en las hojas de los árboles que,
cansadas de la vida,
en el suelo sucumben.
Ya han completado su círculo
y ahora llega el momento de la gloria:
ser inmortalizadas en una foto turística,
acariciadas por un amante distraído
o barridas por un jardinero diligente.
Los ocres y amarillos hermosean
el gris otoñal y con ellos
la vida es menos rutina,
menos camino.
Todo tiene sentido en esta vida sin él.

                                                  Josefa

viernes, 12 de octubre de 2012

miércoles, 10 de octubre de 2012

CONTINÚAN LOS ATAQUES CONTRA LAS MUJERES


Los talibanes tirotean a una chica de 14 años por defender el derecho a estudiar
Malala Yousafzai, que vive en el valle del Swat, en Pakistán, ha recibido un balazo en la cabeza y se encuentra grave

 Ni noticias del Gobierno, ni de las próximas elecciones. Todas las cadenas de televisión de Pakistán han abierto hoy sus informativos con el ataque de los talibanes contra Malala Yousafzai, una estudiante de 14 años. ¿Qué había hecho esta cría para merecer su ira? Estudiar y defender el derecho de las niñas paquistaníes a recibir una educación, también en su comarca, el valle del Swat, al noroeste del país. El pistolero la ha alcanzado en la cabeza y fuentes médicas debatían anoche -hora local- la conveniencia de trasladarla a Dubái para intervenirla.
Malala iba a abordar el autobús de regreso a casa a la salida de su escuela en Mingora, la capital de la comarca del Swat, cuando un barbudo ha preguntado por ella y tras identificarla, ha disparado, según el relato policial difundido por las agencias de noticias. Otras dos niñas también han resultado heridas. Nada más conocerse la noticia, el primer ministro, Raja Pervez Ashraf, ha enviado un helicóptero para llevarla al hospital militar de Peshawar, la capital provincial. Las escuelas de su zona han anunciado que cerrarán mañana en señal de protesta.
Y es que Malala es una heroína local. Todo se remonta a 2009, cuando la BBC en urdu empezó a publicar el diario que escribía. El blogreflejaba, con los ojos de una niña de 11 años, el horror que había supuesto para su comarca el progresivo control de los talibanes desde 2007.
“Cuando hacemos fila en el patio por la mañana nos han dicho que no llevemos ropa de colores porque podría molestar a los talibanes”, escribió Malala bajo el pseudónimo de Gul Makai. En otra ocasión contó que iban al colegio con ropa de calle para que el uniforme no delatara que eran estudiantes. “Escondíamos los libros bajo el chal”, explicaba.
El valle del Swat, hasta entonces uno de los destinos turísticos favoritos de los paquistaníes por sus espectaculares paisajes, se transformó por completo bajo la férula de los radicales islamistas. Dirigidos por un antiguo operador del único telesquí del país, el tristemente famoso maulana Fazlullah, prohibieron la música, organizaron tribunales, impusieron su ley y ejecutaron a quien no la respetaba. También terminaron por cerrar las escuelas femeninas.
“Como hoy ha sido nuestro último día de clase, hemos decidido jugar un poco más en el patio. En mi opinión, la escuela volverá a abrir un día, pero cuando me iba he mirado al edificio como si no fuera a regresar nunca”, anotó Malala ese día.
Su identidad solo se conoció después de que el Ejército recuperara de nuevo el control del valle a mediados de 2009. Entonces, el Gobierno la condecoró por su valor y también recibió varios premios infantiles internacionales. Hija de un maestro, sus padres apoyaron su campaña y se mostraron orgullosos de ella. Con el reconocimiento, llegaron también las amenazas de los fanáticos.
Durante los tres últimos años, la comarca ha estado relativamente tranquila, a pesar de algunos atentados aislados. De hecho, miles de familias que huyeron de los talibanes han ido regresando poco a poco. Pero los extremistas no han perdonado el desafío de Malala.
“Era joven, pero estaba promoviendo la cultura occidental”, ha justificado el portavoz talibán, Ehsanullah Ehsan, en una llamada a Reuters para atribuirse la autoría del atentado. Su uso del pasado indicaba que la daban por muerta.
Malala, que primero quería ser médico y luego estudiar leyes para dedicarse a la política, estaba muy grave. Según un comunicado del hospital militar de Peshawar, la bala le entró por la oreja y llegó hasta el cuello. Tras examinarla, los médicos aconsejaron que sea tratada fuera del país y el Gobierno estaba haciendo gestiones para su traslado, muy posiblemente a Dubái.

miércoles, 3 de octubre de 2012




miércoles, 26 de septiembre de 2012

Del amor



ENRIQUE VILA-MATAS24 SEP 2012 - 19:11 
¿Y qué decir del amor por un país extranjero? Parece una especie de nacionalismo al revés: lo Distinto encanta, lo Idéntico aburre, lo Otro exalta… Llevo años enamorándome de lo extraño, y este septiembre no ha sido la excepción: septiembre viajero en el que vi lugares foráneos, mientras releía a fondo El gran Gatsby (Anagrama), gran historia de amor.
"A mí me habían invitado de verdad", dice en ella Nick Carraway, el narrador. Y ahora juraría que, como si se tratara de un lugar foráneo, es la propia novela de Scott Fitzgerald la que me invita a hablar aquí del amor. En ella hay una frase bien extraña que recientemente comentó con agudeza Siri Hudvest en Una súplica para Eros (Circe): aparece en la escena en la que Carraway, a petición de Gatsby, ha invitado a Daisy a su casa para que así los antiguos amantes se reencuentren; cuando eso ocurre y Nick les quiere dejar solos, ellos se resisten a que se vaya. "Tal vez mi presencia les hacía sentirse más satisfactoriamente solos", escribe Nick.
¿Qué puede significar ese "satisfactoriamente"? Para Hudvest expresa la idea de que el amor, para existir, necesita ser visto. Posiblemente, una pareja la componen tres personas. Y quizás estar enamorado sea un estado tan inenarrable que solo un testigo pueda transformarlo en creíble, real.
El amor, está claro, es el único sentimiento que introduce la idea del otro, el único que nos permite escapar de la trampa de la identidad propia, de lo neuróticamente abocado a uno mismo. ¿Será verdad que uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única? Aquí no sabría qué decir. ¿Y es cierto que solo nos atraen las historias de amor infelices? A esto puedo responder que se trata de un tópico que desmontan novelas como Ada o el ardor, de Nabokov, donde sin cesar los enamorados son inteligentes y, encima, desenfrenadamente felices, y nosotros leemos la historia con notable entusiasmo. ¿O no?
¿Amor y belleza son conceptos idénticos? Quizás sí, pero tampoco está tan claro. Stendhal, por ejemplo, viaja por Italia y se enamora de ese país con tal fuerza que su coup de foudre adopta el rostro de una actriz que canta en Ivrea el Matrimonio secreto de Cimarosa; esta actriz tiene un diente delantero roto, pero la verdad es que eso importa poco para elcoup de foudre. ¿O no nos acordamos ya de que Werther se enamora de Carlota, entrevista por una puerta mientras corta rodajas de pan para sus hermanitos, y esa primera visión, aunque trivial, le conduce a la más fuerte de las pasiones y al suicidio?
Me atasco de pronto —el amor es un gran atasco, decía Chesterton— y acabo volviendo a Daisy y Gatsby, a los que evoco sentados en los escalones de la casa de su amigo Carraway, vigilados estrecha y "satisfactoriamente" por este, que sigue las instrucciones de Daisy, que le ha pedido que esté bien atento, "por si hubiera un incendio o una inundación".
¿Una novela leída recientemente y que me haya emocionado? Sin duda,Hace cuarenta años, de Maria Van Rysselberghe (Errata Naturae). ¿De qué personaje de ficción estuve enamorado? De Aida (Claudia Cardinale) bajando las escaleras en La chica con la maleta de Valerio Zurlini. Y de Anna Karenina, por supuesto. Inolvidable Anna en el tembloroso tren, leyendo una novela inglesa con una pequeña linterna que sujeta en el brazo de su butaca. En un vagón cercano viaja Vronsky, pero ella no lo sabe todavía. Es una escena extraordinaria de la gran literatura: Anna, la novela y la linterna, el iluminado tren cruzando la noche rusa, la conmovedora vida en movimiento.
Amor es sinónimo de incendio y noche rusa, pero también de absurdo y, por supuesto, de humor. Juan Marsé recordaba el otro día una réplica en Pasión de los fuertes, de John Ford, con Henry Fonda en este diálogo:
—Y tú, Mac, ¿nunca has estado enamorado?
—No, yo he sido camarero toda mi vida.

lunes, 24 de septiembre de 2012

“La palabra"



Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben 
y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las 
derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, 
se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras 
de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo 
algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las 
agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo 
frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como 
frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, 
me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como 
estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como 
restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se 
cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una 
reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, 
transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto 
rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas 
y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué 
buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos 
andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, 
buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con 
aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con 
religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes 
bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les 
caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, 
las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos 
perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron 
todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.
“La palabra”, Confieso que he vivido, Pablo Neruda
(Buenos Aires, Losada, 1974)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

El talento que viene



Los estudiantes más brillantes de España son críticos con la educación y con la política
Un 80% elige carrera de ciencias
“No somos la generación del ‘botellón”

A los estudiantes con mejores notas de España lo que menos les gusta del sistema educativo que ellos han conseguido sortear es la inestabilidad generada por los cambios políticos; tampoco les agrada que el presupuesto no alcance para prácticas, ni que haya tantos profesores desmotivados, más funcionarios que pedagogos. Sin embargo, estos 100 estudiantes, que se han conocido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander gracias a una beca obtenida por sus brillantes notas, no se asustan ante la crisis: ya se han resignado a emigrar, sobre todo los que están interesados en la investigación.
Con notas por encima de 9,82 y una selectividad promedio de 13 (sobre 14), forman parte de la élite educativa nacional. No proceden de la misma extracción social ni han superado iguales obstáculos. Pero tienen en común ser los mejores de una época en la que se ha estigmatizado a muchos jóvenes como la generación del botellón.
“Necesitamos tener más optimismo”
Viene de Ibiza, Baleares, y tiene 18 años. Estudió en el centro concertado Nuestra Señora de la Consolación, donde finalizó con una media de 9,89. Actualmente, Nuria Ribas Costa se prepara para conseguir una doble titulación, en Periodismo y Derecho, en Barcelona.
Ha ganado varios premios de narrativa y poesía en sus años de estudios. También es deportista y practica natación. Quizá por ello tiene escrito a fuego el espíritu del esfuerzo y la superación “Si quieres algo tienes que ir a por ello”. Le gusta escribir, pero sobre todo pintar, que es su válvula de escape.
Cree que la política está desvirtuada como consecuencia de la crisis, y que la gente piense que la situación es su culpa por vivir, supuestamente, por encima de sus posibilidades; le desespera que la respuesta se limite a la queja. “Hay tantos comentarios, tantos estereotipos, fruto de la ignorancia...”. “Necesitamos optimismo, confiar en que hay que seguir adelante”.
En el curso del Aula Ortega y Gasset de la UIMP han debatido con científicos, políticos, jueces, catedráticos, actores y escritores sobre el sistema educativo del cual proceden y el futuro profesional que les espera. El 79% estudiará áreas relacionadas con ciencias, tecnología y salud. Como el sevillano Miguel Flores, que quiere ser ingeniero aeroespacial; o Laura Cano, de Albacete, que ha comenzado Bioquímica y cuyo sueño es encontrar una vacuna contra el cáncer. Otros nadan a contracorriente y optan por las humanidades. Entre ellas, la cántabra Olga Santisteban, matriculada en Bellas Artes, e Isabel Marqués, de Zaragoza, que cursa Filología Inglesa.
En sus conversaciones, todos destacan la importancia del apoyo de sus padres. Ellos han sido quienes les han motivado, les han concienciado y han apoyado para conseguir oportunidades de superarse. De hecho, dicen estar dispuestos a “comerse el mundo”.
¿Qué opina la élite de los jóvenes de España? Diez de ellos responden. Y lo primero que tienen claro es que no son élite de nada. Ni son tampoco la generación del botellón. Rehúyen de los estereotipos. “Poner etiquetas nunca es una buena idea”, dice Nuria Ibas, de Ibiza. Y añade: “Los estereotipos se basan en la ignorancia”. Pablo Espinosa, de Madrid, aclara que salir de fiesta no es sinónimo de desperdiciar la vida.
Su primera reivindicación educativa es que exista un solo plan de estudios, inmune a los cambios políticos, con más apoyo y menos trabas. Aunque algunos no se conocían, hubo acuerdo generalizado en que el gran problema estriba en el cambio de leyes, programas y temarios según quien esté en el poder —con la reforma que prepara actualmente el Ministerio de Educación serían siete leyes educativas en la democracia—. “Nunca se llega a una estabilidad”, asegura la valenciana Lluch García. Almudena Sánchez cree que el temario debería ser más intenso: “Que no sea tan light, especialmente en la ESO”.
“La llama del 15-M sigue despierta”
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Con 18 años, Adrián Fernández Gollerizo ha finalizado sus estudios en el IES Laguna de Joatzel, en Getafe (Madrid). Ha comenzado sus estudios de Física este septiembre en la Universidad Complutense con una media de 13,5 en selectividad y quiere especializarse en nanociencia, aunque no descarta hacer otra carrera, esta vez de letras, como Filosofía y Psicología.
Asegura: “La generación del botellón es la misma que se manifestó en el 15-M, los que están presentando propuestas”.
Practica lomografía (una técnica fotográfica) y estudia varios idiomas, entre ellos inglés y chino. Pero se considera un chico normal “que ve a los Simpsons y sale de fiesta”. Además toca el piano en la banda Thursday Rock.
“Es muy importante conseguir una Europa más unida pero es muy difícil. ¿Cómo pretendemos crear un superestado si en España no nos ponemos de acuerdo entre comunidades autónomas?”, se pregunta.
Otra de las quejas es la falta de recursos y la desigualdad según la comunidad autónoma, algo que se refleja en los datos del último informe PISA de 2009, en el que Andalucía, Baleares o Extremadura están por debajo de Castilla y León, Madrid o La Rioja y, como explica el murciano Francisco Cárceles, en la falta de fondos. “En otras partes de Europa, la gente tiene un nivel muy bueno por las facilidades para hacer prácticas; aquí no se hacen porque no hay dinero”, dice el joven ganador de la Olimpiada Nacional de Biología. España se encuentra 12 puntos por debajo de la media en calidad de la enseñanza según el informe, que evalúa la educación en los 67 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“En épocas de crisis debería fomentarse la educación, la sanidad, la investigación, que son las columnas en las que se apoya la sociedad. Estamos haciendo lo contrario, y eso genera mucho malestar”, afirma Adrián Fernández, de Getafe, Madrid.
Ante cuestiones muy concretas, como el anunciado bachillerato de excelencia (cursos aparte para los más estudiosos), ¿lo apoyan? La mayoría responde que no. “Es mejor mantenernos juntos porque así tiramos todos de todos”, dice Nuria Ribas. No descartan una atención más personalizada, que se les pueda exigir más, pero no separados. Para Adrián Fernández, la satisfacción de poder ayudar a sus amigos a aprobar las asignaturas que les han quedado es algo que no cambiaría por nada.
Tímidamente, Alba Salazar expresa que en parte podría mejorar la situación porque los que pasan de estudiar retrasan al resto. Pablo Espinosa replica: “Debería ser más duro entrar al bachillerato, no que nos separen por notas”. Y Almudena Sánchez, de Extremadura, agrega: “Que haya un temario de excelencia para todos y un test como el de selectividad para acceder al bachillerato. Si quieres entrar, demuéstralo”.
“Deberíamos saber muchas más cosas”
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Del IES Ítaca de Zaragoza, Isabel Marqués López, de 18 años, ha logrado un 13,34 en selectividad, solo a seis décimas de la nota máxima. Estudia Filología Inglesa y luego buscará complementarla con la hispánica. Ha ganado algunos premios de traducción del griego y el latín.
Le gusta viajar y también leer (pertenece a un club de lectura Cubit). Es adalid de los ebooks. “Antes iba a la biblioteca porque no puedo permitirme comprar libros”. Se confiesa adicta a las revistas de moda, de las que asegura: “Estoy intentando leerlas menos porque no paras de ver anuncios de ropa que te venden fantasías. En el fondo vivimos de ilusiones y eso se transmite a través de la publicidad”.
Reflexiona: “La educación es una cosa para todos. No depende de un partido ni otro y debería decidirse por consenso”.
“A mí, Julian Assange me parece valiente. Deberíamos saber mucho más, se nos están ocultando muchas cosas”.
Ante la posibilidad de que esta medida dificulte el acceso y provoque desánimo o aumente la tasa de fracaso escolar —que duplica la media europea—, Almudena contesta: “Quien quiera llegar lo conseguirá porque siempre hay caminos; si no llegas al cinco puedes hacer un curso formativo e intentarlo de nuevo”.
También critican la subjetividad de las notas (se dice que por eso la mayoría de los bachilleres meritorios son de ciencias) y la falta de pasión de algunos profesores que ingresaron al sistema para tener un empleo fijo. “Hay que luchar y mucha gente no se lo está currando”, dice Ribas.
Un reclamo, no viable en el panorama actual educativo, es su deseo de clases más reducidas. Nuria Ribas afirma que es más fácil trabajar y relacionarte con menos gente. Francisco Cárceles estudió en un aula con 37 compañeros y asegura que era horrible.
¿Y cómo se plantean el porvenir? La crisis no les quita la ilusión, pero tienen claro que el futuro pasa por marcharse de España, aunque sea unos años. O indefinidamente. “Si te ofrecen trabajo aquí y en Alemania, pero allí tienen unos equipos alucinantes y aquí no hay ni aire acondicionado, claro que te vas”, explica Adrián Fernández. Lluch García comenta que le gustaría irse fuera, “pero si nos vamos todos, quién va a arreglar España”. Adrián replica: “Yo me quedaré donde me den las mejores oportunidades para trabajar para la ciencia”.
¿Qué piensan del 15-M? Lluch, que participó en el movimiento desde sus inicios, considera positiva la opinión crítica que generó: “Despertó conciencias. La acampada llamó la atención. A raíz del 15-M hay mucha gente interesada en la política”. Sin embargo reconoce su degeneración por la falta de coordinación y la inclusión de grupos con otros intereses. Almudena Sánchez lo tacha de fracaso porque se quedaron en nada. Nuria Ribas piensa que les faltó actuar y que alargar la acampada no fue una buena idea: “Las cosas no se solucionan así. Actuemos, planteemos algo. No ocupemos un lugar público solo para que nos vean. Ya nos hemos mostrado, ahora hay que actuar”. Isabel Marqués, de Zaragoza, se anima: “Este año ha sido el año de las mareas verdes, amarillas, naranjas, de funcionarios por sus derechos, y eso no se había hecho hasta ahora”.
“El futuro no va solo en las calificaciones”
Lluch García Garay, valenciana de 17 años, estudió en un colegio concertado de Alzira. Estudia Traducción y no descarta hacer luego periodismo. Es bailarina de hip-hop desde hace años y pertenece a una escuela de baile donde da clases y participa en algunas competiciones.
No se considera la élite de los jóvenes: “Conozco gente que sacaban seis o siete y son superinteligentes. A lo mejor a los que sacan menos nota les va mejor. El futuro de España no va solo con las calificaciones”.
Es muy crítica contra la telebasura: “Dice mucho de un país que uno de los programas más vistos sea Sálvame”.
Participó en el 15-M desde sus inicios y considera que se debe enseñar política a los ciudadanos desde pequeños porque “es lo que va a dirigir tu vida. Y si la gente supiera de política habría más diversidad y tendríamos más criterio de qué cosas es necesario cambiar”.
Nadie está a salvo de sus críticas, ni los partidos políticos ni los medios de comunicación, a los que consideran politizados y parciales. Reprochan la manipulación de las informaciones, la falta de transparencia y la telebasura. “Es muy fuerte que haya más gente interesada en la última novia de Paquirrín y no sepa qué es la prima de riesgo”, dice indignado Adrián Fernández. Almudena Sánchez afirma: “Si pudiera cambiar algo sería la mentalidad, que parece de hace 30 años, la ignorancia, la dejadez que nos invade”. Nuria Ribas no se considera suficientemente formada para dar una idea de lo que hay que hacer, pero tiene claro que pasa necesariamente por trabajar.
¿Son el relevo que salvará a España? Se espera mucho de ellos y no entienden por qué, aunque las buenas notas les abran muchas puertas. “Es muy absurdo creer que el éxito futuro se refleje solo en las notas; el expediente depende de muchos factores”, dice Isabel Marqués. Anabel Reyes, de Zaragoza, alega que no siente presión: “Si luego me cambio de carrera o me va mal, no pasará nada”. Almudena Sánchez lo tiene más claro: “Me gustaría poder contribuir a levantar el país, pero eso no lo puedo decir con 18 años”. Y continúa medio en broma que, si fuera un cerebrito y “tuviera 14 años y dos carreras, a lo mejor sí”.
¿Tanto como para salvar a España? No lo saben. Tienen las ganas, la ilusión y las habilidades para lograr un cambio. Les faltan los medios, los recursos y lo que les depare el futuro. Anabel Reyes, lo resume: “Hay gente que es mejor que yo y no ha venido aquí porque tiene menos nota; a lo mejor son ellos los que nos salvan”.

jueves, 13 de septiembre de 2012

martes, 4 de septiembre de 2012

A por el mapa del arte público mundial

Una web pide la participación para documentar todas las obras de arte públicas del mundo

Por el momento contiene más de 12.000 entradas sobre todo en el Reino Unido

La empresa es titánica, enriquecedora y tentadora. Se trata de realizar un mapa mundial interactivo del arte público en todo el planeta. Por arte público se entiende, en principio, todo aquello que se puede ver en museos y galerías de libre acceso, así como las iniciativas de arte urbano y callejero. Aunque los promotores de esta iniciativa tienen la intención de dejar a la libertad del usuario la definición, por si quieren incluir fuentes, vidrieras o cualquier otro motivo que se les ocurra. Ya se ocuparán ellos de filtrarlo posteriormente.
El reto es la continuación de una serie comenzada por el británico Channel 4 titulada Big art Project, pero ahora, la web se hace mayor y vuela por las calles de todo el globo bajo el nombre de The Big Art Mob.
El pasado 31 de agosto, se lanzó a Internet, tras haber probado una beta, el primer intento participativo global de situar en un mapa gigante todo el arte público del mundo. Esta página presenta una innovadora integración con Google StreetView de tal forma que se pueda tener una imagen, al menos, del lugar en el que supuestamente se encuentran las obras. Además, el usuario puede construirse una ruta a medida por las diferentes ciudades que considere para observar sus mejores grafitis (siempre y cuando no hayan sido borrados previamente).
Los creadores y responsables de este proyecto invitan a cualquier persona interesada en el arte, así como a museos, instituciones, galerías y artistas a formar parte de The Big Art Mob. En su lanzamiento, la web cuenta con más de 12.000 obras catalogadas y situadas en el mapa.
El sitio es impresionante y pretende crecer mucho en poco tiempo. Al entrar en la web se accede a un mapa en el que se pueden ver los lugares que han sido documentados cerca del usuario. La navegación se realiza o bien por lugares, esperando a que las obras sean señaladas en el mapa, o bien por medio de buscadores, de nuevas aportaciones documentadas por usuarios o grupos de usuarios interesados en algún tema en concreto.


Un grafiti en un edificio frente al PS1 del MoMA en Nueva York. / M. C.
En un comunicado enviado a la prensa por los creadores de esta iniciativa se dice: “El arte público que se muestra en ciudades y pueblos de todo el mundo aún no tiene una guía útil y fácil en Internet pese a ser de una riqueza y un dinamismo cultural inigualable. Muchos Ayuntamientos tienen bien documentadas sus obras de arte públicas, pero muchas veces están escondidas y esos datos son de difícil acceso para el público en general”. Este proyecto participativo y abierto a todos los agentes sociales del arte pretende poner fin a esta situación.
En el mapa de Madrid, por ejemplo, hasta el momento, sólo hay documentadas un par de entradas, así que cualquiera que se dedique al arte urbano o que lo admire, podrá contribuir a hacer de su ciudad un ejemplo artístico en el mundo.