CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



sábado, 30 de junio de 2012


Paisajes olvidados por los nueve ojos de Google

Por: | 29 de junio de 2012
Jon Rafman.Google Street View.Saatchi

BOCETOS / Apuntes de Actualidad
Si la artista austriaca Manu Luksch se inspiró en la escalofriante cantidad de cámaras de vigilancia en todos los rincones de la ciudad de Londres para elaborar su película Faceless (2007), con imágenes de ella misma compradas a los gestores de esos sistemas de seguridad (una ley europea permite hacerlo), el canadiense Jon Rafman se ha fijado en las imágenes desechadas por el proyecto Google Street View, para su trabajo NIne Eyes of Goggle Street View, que expondrá en la galería Saatchi, de Londres, a partir del próximo 26 de julio. Los vehículos del universal motor de búsqueda de internet salieron a recorrer el mundo para fotografiarlo en todos sus detalles en 2007. Cada automóvil llevaba sobre el techo un tubo con nueve cámaras. Esos son los 9 ojos que todo lo ven, y lo registran. Rafman se fue haciendo un archivo con las imágenes de pequeños incidentes o accidentes durante el trabajo de campo y se dio cuenta de que muchas de ellas quedaban fuera, precisamente porque rompían con la uniformidad neutra que querían reflejar. Gente en actitudes ofensivas o ridículas, accidentes de tráfico, casas ruinosas, animales o tanques en las carreteras... Ese lado humano, que Google no quería, le recordaba a Rafman también a trabajos de algunos grandes fotógrafos del pasado o del presente. A Martin Parr le habría encantado hacer este trabjo. Si el Gran Hermano orweilliano nos vigila, habrá siempre gente que invente modos de vigilarlo a él, de neutralizar su fría visión. Mientras GH lo permita, claro. (Y a pesar de ello también, suponemos. Esperamos...)
 
EQUIPO OLÍMPICO. La Serpentine Gallery, de Londres, ha querido hacer un guiño a la pasada edición de Pekín con la obra por encargo que viene realizando desde hace doce años en sus jardines. Serpentine pavilion-2012-night-365 En esta ocasión se la pidieron a los arquitectos suizos Herzog & De Meuron en colaboración con el artista chino Ai Weiwei, que ya habían trabajado juntos en el diseño y construcción del famoso estadio Nido de pájaro, de los JJOO chinos. La pieza que han llevado a cabo en la Serpentine es algo muy distinto. Casi opuesto. “No queríamos hacer un objeto”, han declarado por su lado tanto los arquitectos como el artista. De manera que excavaron el terreno del jardín donde estuvieron previos pabellones, y crearon una especie de composición arqueológica con los restos, que han recubierto de planchas de corcho y módulos del mismo material. Sobre ello han construido una plataforma flotante con exterior de espejo, que refleja el cielo, las nubes, los árboles y los pájaros. Los multimillonarios indios Usha y Lakshmi N. Mittal –la sexta fortuna del mundo, según la revista Forbes--han comprado ya esta pieza, que irá a formar parte de su colección privada en octubre, cuando se cierre su exposición en Londres.
Frieze london.ash cavusgluFRIEZE PROJECTS. La feria Frieze, que se celebrará en Londres entre el 12 y el 14 de octubre, contará este año con una serie de obras por encargo, para su instalación durante esos días. El programa, patrocinado por la Fundación Emdash, tiene como comisaria a Sarah McCrory, quien ha elegido al veterano artista alemán Thomas Bayrle; al turco joven Aslı Çavuşoğlu; la polaca Joanna Rajkowska; la revista digital DIS y al grupo curatorial Grizedale Arts  junto con el colectivo de artistas chinos Yangjiang Group. Sarah McCrory explica que : “Grizedale Arts y el Yangjiang Group hacen un análisis  del uso-valor del arte a través de una estructura que alberga a un grupo de artistas que producirán comida, caóticas cenas, perfomances y acciones diversas.  Aslı Çavuşoğlu's hará la recreación de una escena del crimen (en la foto), que crea paralelismos con la producción de ese tipo de películas y la creación artística”.
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Con la crisis ahora hay exposiciones que durante seis meses o más. Y otras que parecía que iban a permanecer abiertas todo el verano, han cerrado. Aunque la instalación de Daniel Buren cerrara sus puertas el pasado 21 de junio, no puedo resistir la tentación de comentarla brevemente y colgar algunas fotos que hice al visitarla. El artista francés conocido por sus obras de franjas de colores, ideó para la edición de este año de la Monumenta en el Grand Palais parisino, una pieza que iluminó la fabulosa arquitectura de hierro y cristal, dándole una dimensión colorista que era toda una experiencia lumínica. Unas estructuras de columnas con techos circulares y traslúcidos de distintos colores convirtieron el lugar en un paseo lúdico que elevaba el estado de ánimo. Sobre el suelo, de pronto, unos espejos circulares, reflejaban las venas del techo e invitaban a flotar al espectador que se situaba encima. También había sonido, demasiado sutil. Casi no se escuchaba. Pero bueno, aquí van unas fotos para compartir.
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jueves, 28 de junio de 2012


La RAE se las trae

Por: | 24 de junio de 2012
RAE
La oposición de la RAE a reconocer el significado de género
como la construcción que la cultura hace de los roles y funciones asignados al sexo masculino y femenino, sólo puede entenderse por una voluntad manifiesta en no hacerlo, una negativa en contra del uso que ya es habitual en la sociedad y que queda de manifiesto al incluir en la última actualización del Diccionario otras palabras y acepciones menos utilizadas en ese lenguaje, que más que vivo parece medio muerto. Y tendrá que explicar por qué no lo hace al margen de repetir, como han hecho una y otra vez sus académicos, las acepciones actuales y de defender unas referencias y normas históricas que cambian cuando a la Academia le parece bien, pero sólo en aquello que consideran. No se puede decir que hay ideología en la petición de cambio, y negar que haya ideología en la resistencia al uso normalizado.
De lo contrario no tendría sentido que se incorporara la palabra “beisbolero” *(ver notal al final), para referirse a lo relacionado con el beisbol, deporte como que como todos ustedes saben levanta pasiones en nuestro país, y no hay lunes que las tertulias radiofónicas no queden reducidas a los comentarios sobre las carreras, los “bateados” o los “jomran” (home run) de los numerosos equipos que existen en nuestras ligas “beisboleras”. Y menos sentido tendría cambiar el léxico de una palabra para escribirla mal ortográficamente cuando el significado que se le da en la práctica se puede deducir claramente de su uso correcto, como ha ocurrido con “okupa”. Imagino que habrán pensado eso de que si “Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”, de manera que si los jóvenes no aprenden a escribir bien, pues se cambia la forma de escribir la palabra y así se evita una falta de ortografía en las pintadas, que se ven mucho y cuando vienen los del informe Pisa quedamos fatal.
Desde luego han trabajado lo suyo, pero algunas de las palabras y acepciones incorporadas llaman la atención en el contexto actual. No es de extrañar que hayan incluido “euroescepticismo” con la que está cayendo, pero al mismo tiempo mantienen su confianza en que todo se solucione con la ayuda de los socios al incorporar también “europeizador”. En cambio, parece de mal gusto que en plena crisis se incorpore la palabra “billonario” y que con el paro que hay en la construcción se haya incluido “gruista”. De todas formas, la influencia de esta economía en crisis ha sido importante en sus decisiones, al menos es lo que se deduce al introducir nada menos que nueve nuevas acepciones para la palabra “riesgo”, todas ellas sobre contextos económicos.
Sin embargo, no ha variado su “acojonamiento” respecto a la palabra género. Dudas que no han tenido a la hora de incorporar las palabras “canalillo” y “culamen”, eso sí, sin sexo por delante para que cada uno las case con quien quiera, que ya el “matrimonio” permite todas las uniones. Quizás lo hayan hecho para estimular el deseo y el lenguaje de los hombres, tan afectados por las circunstancias, según se deduce de la publicidad que aparece en todos los medios sobre disfunciones eréctiles, y han buscado palabras “energizantes” y “masculinizantes” para contribuir a mantener el pabellón bien alto, aunque dudo que lleguen a los “ochomil” y que alcancen con ello una experiencia “orgásmica”.
Seguro que estarán pensando que soy un poco “peñazo” con esto del género, pero es que es un tema del que se lleva hablando mucho tiempo, incluso a nivel político entre “peperos” y “sociatas”, y también entre miembros (nunca miembras) de otras fuerzas políticas que probablemente se sientan discriminados por no poder llamarse "izquierdaunidistas", "upeideros", "peneuvistas", "convergenciaunionistas", "bilduistas", etc, cuando los del PP y el PSOE tienen denominación de origen, al igual que “ugetistas” y “cenetistas”, pero no los "comosionobreristas"…
Todo parece un poco “friki”, o quizás “isidril” por eso de la ubicación académica en la capital, y por aquello de la capital desubicada.
Por más que se resista la RAE, el género también es la acepción que explica la atribución de funciones que la cultura asigna a cada uno de los sexos, no basta con decir que una persona es hombre o mujer para entender cuál es su identidad como tal, y sobre qué elementos se le reconoce si es un “buen hombre” o una “buena mujer” a partir de los referentes que la cultura ha establecido para valorarlos. No es lo mismo ser hombre o mujer en España que en China, en Iraq, en Namibia, en Argentina o en Vietnam… sin que ello signifique que su sexo sea distinto. 
Los estudios de género, basados en este significado, comenzaron en los años 60 en las universidades de Estados Unidos y Reino Unido, aunque existieron importantes antecedentes en otros países. En las universidades españolas se iniciaron en los años 80, o lo que es lo mismo, desde hace mas de 30 años se viene hablando del género con la acepción negada por la RAE, y por supuesto en sintonía con lo que se utiliza en otros países, de los que no dudamos en introducir nuevas palabras como ha ocurrido ahora con “racord”, “SMS”, “manga”… pero sí se oponen frontal y abiertamente a incluir género con esa acepción, sin que exista ninguna otra palabra que pueda sustituirla. 
Nos dicen que el lenguaje está vivo y que es el uso el que lo hace, pero para la RAE la palabra género está muerta. Da igual que se lleve usando más de 30 años en las universidades y en la calle, que tengamos una ley que habla y define de forma explícita la violencia de género, que nuestros Tribunales y Juzgados la incorporen a miles de sentencias, autos y resoluciones. Tampoco importa que en España se pongan más de 380 denuncias por violencia de género cada día con todas las declaraciones, conversaciones, comentarios e informaciones que se suscitan alrededor de la dicha palabra… nada de ello es razón suficiente para justificar la incorporación de la nueva acepción para género.
La RAE niega su uso y lo impide, aunque a pesar de ello se utiliza de forma habitual y completamente normalizada, será porque "beisbolero", "okupa", "racord"  o "cenetista", entre otras, les impide atender a nuevas propuestas, o porque sólo tienen memoria “USB” y no recuerdan nada del debate que existe en nuestra sociedad. Tendremos que ir en el “papamóvil” a Roma a hacer “vaticanismo”, a ver si así tenemos más suerte.
Menos mal que ha incluido "gayumbos". Entre lo económico, lo europeo, lo "friki" y lo "isidril", cada vez nos bajan más los pantalones a pesar de que nos aprietan más el cinturón, (paradojas de una crisis), pero ya no tendrá más consecuencias que la simple exposición de los "gayumbos"… Claro que si se entera la UEFA lo mismo nos pone una multa, como ha ocurrido en la Eurocopa… (efectivamente Euro-copa. La pela es la pela).
*(Las palabras que aparecen en rojo y entre comillas se corresponden con las nuevas incorporaciones que la RAE ha hecho al Diccionario de la Lengua Española)

Los amantes

La Iglesia tiene un resorte especial para reaccionar si se refiere a relaciones consentidas con mujeres. Sobre los pecados verdaderos, en cambio, prefiere correr el célebre tupido velo.


En la foto vemos a un hombre y a una mujer abrazados mientras se dan un baño. Algo tendrá el agua cuando la bendicen tantos enamorados. Quién no ha experimentado alguna vez el irreprimible deseo de acariciar a quien ama dentro del agua. No sólo obedece a un impulso erótico, también la madre siente ternura al bañarse con el bebé o los niños al jugar entre ellos. Las fotos que destapó la prensa argentina y que han dado la vuelta al mundo no muestran más que eso: un hombre y una mujer queriéndose en el agua. No hay poseedor ni poseída. No se trata de una niña o un niño con un adulto. Los dos aparentan una edad parecida y sus rostros comparten la misma felicidad. Son imágenes idénticas a las que ilustran cualquier álbum familiar. La peculiaridad no está a la vista pero la hemos leído descrita en titulares: el hombre es obispo. Y las reglas de la Iglesia Católica son conocidas: sus pastores tienen prohibidas las relaciones sexuales o eróticas. Por tanto, Benedicto XVI, fiel a las exigencias del celibato apostólico, ha aceptado la renuncia del obispo Bargalló, que viene a traducirse como una destitución enmascarada.
No voy a entrar en cuáles son, a mi juicio, las consecuencias de la combinación explosiva entre la renuncia a una vida sentimental y el ejercicio de un poder excesivo, pero sí se me ocurre señalar que hubiera sido deseable que la rapidez con que la Iglesia ha hecho cumplir la norma en un caso en que dos adultos voluntariamente se abrazaban hubiera funcionado de manera aún más implacable cuando se trataba de “célibes” que abusaban de niños o de personas que, por alguna razón, se encontraban indefensas. Está claro que la Iglesia tiene un resorte especial para reaccionar si se refiere a relaciones consentidas con mujeres. Sobre los pecados verdaderos, en cambio, prefiere correr el célebre tupido velo.

Gótico rabioso con cúter y cartulina

Jack Mircala se afianza como original autor de libros ilustrados

Su técnica mezcla teatro en miniatura, recortables y fotografía

Ilustración del libro 'Pentagonía'. / Jack Mircala

El día en que murió Fernando Gómez (Madrid, 1968) nació Jack Mircala. Exageraciones periodísticas, cierto, pero sintetizan de un tirón una metamorfosis gradual y drástica. Antes de ser Mircala, Gómez había estudiado y trabajado cuatro años como diseñador de interiores, universo de explosiones creativas controladas. Un día se acabaron el estudio y otras cosas que le empujaron hacia esa encrucijada existencial que no admite rodeos.
El diseñador consintió en dejar paso a una identidad agazapada, que tenía un ojo en el cine, una mano en la literatura fantástica y un pie en las vanguardias europeas. De la fusión de todo ello emergen las sofisticadas criaturas de cartulina que ahora firma Jack Mircala: “Digamos que no había roto el cascarón, tenía una serie de aficiones que afloraron y tenía también la necesidad de encontrar una identidad perdida”.
Sus nuevos personajes pueden verse en el libro Pentagonía (Sins Entido), una colección de ilustraciones y relatos dedicados a cinco mujeres fantasmagóricas, absorbentes y retorcidas como Deletérea, que adora “los grumos de comida en los azulejos, las salpicaduras de orines y los restos de sangre en la ropa interior”.
Interpretación de la iconografía de San Antonio de Padua realizada por Jack Mircala. / Jack Mircala
Sobre ese pentágono Mircala busca representar de forma alegórica “situaciones y dificultades que a veces nos encontramos todos, hombres o mujeres, como la búsqueda del futuro, la añoranza, los miedos, la pérdida o el dolor”. Un viaje enfebrecido por pasiones íntimas, que nada tiene que ver con la zarzuela gótica que urdió en Eclipse en Malasaña, un libro que mereció el premio visual de diseño de libros en 2011 y en el que, además de los personajes ficticios, había recreado con la minuciosidad de un recluso escenarios madrileños como la Biblioteca Nacional, la taberna Baztán o el jardín de las Salesas Reales. En él salía Edgardo Póez, trasunto de su admirado Edgar Allan Poe, cuya obra ya le había inspirado Siniestras amadas.
En contra del método de trabajo habitual de Mircala, que lleva a la par la literatura y las escenografías de cartulina que construye, en esta ocasión los textos llegaron antes. Él los define como “enfáticos” y “metalingüísticos”. Rezuman lirismo y visceralidad. Una suerte de rabioso gótico contemporáneo. “Fue al perderte cuando descubrí que la primavera no era sino el inicio de un velado y penoso viaje al nicho del invierno”, escribe sobre Anemia, una criatura de cabellera sanguínea y cuerpo nacarado.
La marca Mircala, sin embargo, reside en sus ilustraciones, curiosos trampantojos creados a modo de teatrillos de recortables que luego fotografía. Cada uno de los detalles que contribuyen a crear el universo irreal de Pentagonía ha sido construido en las técnicas 3D de toda la vida, con cartulinas que a veces arruga y maltrata hasta conseguir el efecto buscado. Hay filigranas estrelladas, gotas de sangre, pescados, colas de ardilla y personajes que corren. Hay expresionismo, barroco y gótico sin que entre ellos se peleen. Lo mismo evoca a Tim Burton que a Malévich. Ese abigarrado mundo surge de una alianza simple: tijeras, cúter, pegamento, cartulinas y lápices de colores.
Autorretrato de Jack Mircala. / Jack Mircala
“El trabajo de Jack Mircala es algo totalmente novedoso, con una gran originalidad no solo en cuanto a la técnica, sino a la propia figuración, que le obliga a buscar soluciones nuevas a cada problema que se le plantea y él es capaz de resolverlas dentro de su propio mundo de cartulinas”, sostiene Gemma Sesar, la responsable de El Patito Editorial, que le ha publicado varias obras. La última, Compostela iconográfica, que salió en marzo, es una reinterpretación de imágenes religiosas ligadas a Santiago. Las 24 maquetas empleadas por Mircala para el libro se exponen hasta finales de agosto en el Pazo de Xelmírez.

miércoles, 27 de junio de 2012

Ballet del papel


                                              A Francisco Brines

...Y va el papel volando
con vuelo bajo a veces, otras con aleteo
sagaz, a media ala,
con la celeridad tan musical,
de rapiña,
del halcón, ahora aquí, por esta calle,
cuando la tarde cae y se avecina
el viento del oeste,
aún muy sereno, y con él el enjambre
y la cadencia de la miel, tan fiel,
la entraña de la danza:
las suaves cabriolas de una hoja de periódico,
las piruetas de un papel de estraza,
las siluetas de las servilletas de papel de seda,
y el cartón con pies bobos.
Todos los envoltorios
con cuerpo ágil, tan libre y tan usado,
bailando todavía este momento,
con la soltura de su soledad,
antes de arrodillarse en el asfalto.
Va anocheciendo. El viento huele a lluvia
y su compás se altera. Y vivo la armonía,
ya fugitiva,
del pulso del papel bajo las nubes
grosella oscuro,
casi emprendiendo el vuelo,
tan sediento y meciéndose,
siempre abiertas las alas
sin destino, sin nido,
junto al ladrillo al lado, muy cercano
de mi niñez perdida y ahora recién ganada
tan delicadamente, gracias a este rocío
de estos papeles, que se van de puntillas,
ligeros y descalzos,
con sonrisa y con mancha.
Adiós, y buena suerte. Buena suerte.
                             Claudio Rodríguez (De El vuelo de la celebración)

Cuéntame qué cuento leer

Seis grandes cuentistas hispanohablantes dan pistas sobre el género

Merino, Fernández Cubas, Shua, Peri Ross, Hidalgo Bayali y Marsé

Eligen autores que van desde los clásicos a los emergentes, del español a cualquier idioma.


Dos grandes cuentistas en español: Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, vistos por Eulogia Merle

“El cuento es una iluminación: o lo ves o no lo ves”, aseguraba José María Merino en una reciente entrevista con este periódico. Para arrojar luz que aclare el camino de los lectores en su elección entre los numerosos autores, títulos, estilos y épocas por los que discurre el género, el escritor y académico, junto a otros cinco grandes nombres del cuento en español, habla aquí de sus clásicos favoritos y sus más recientes descubrimientos.
Para Merino, que acaba de publicar la antología de cuentos La realidad quebradiza (Páginas de Espuma), La corista, del maestro ruso Anton Chéjov compone un ejemplo paradigmático del género. “Un cuento que parece muy claro, pero en el que, por muchas veces que lo leamos, siempre quedan aspectos no desvelados por el autor que despiertan nuestro desasosiego”. Entre los creadores contemporáneos en español, el escritor destaca la obra de Guillermo Busutil: “Acabo de leer su libro Vidas prometidas (Tropo editores). Se trata de un ciclo de cuentos con personajes contemporáneos, palpables, en un escenario que es a la vez realista y simbólico, con una atmósfera muy conseguida y con historias inquietantes por su aparente cotidianidad, donde la síntesis nunca excluye el detalle significativo”. De lo último que ha caído en sus manos, una antología ha capturado su atención: Los nuevos nombres del cuento español (Menoscuarto, 2010). “Yo creo que es muy ilustrativa de la situación estimable del cuento español actual, con nombres como los de Oscar Esquivias, Patricia Esteban Erlés, Manuel Moyano, Ángel Olgoso...y muchos más”.
La uruguaya Cristina Peri Rossi, autora de títulos como Habitaciones privadas (Menoscuarto), traza una línea divisoria con Edgar Allan Poe, quien, en su ensayo de 1846 La filosofía de la composición estableció un decálogo del buen cuentista, además de marcar una analogía entre la poesía y el cuento basada en la economía de la escritura. “Antes de Poe se creía que el cuento era una novela abreviada, y él habla de una unidad de efecto por la que el cuento ha de tender a la sorpresa. Él cambió la concepción del cuento”, asegura. De los EE UU natales de Poe, el nuevo cuento pasó a principios del siglo XX a Latinoamérica a través de los periódicos, que reservaban espacio para la publicación de relatos. “En Argentina destaca Roberto Artl”, señala. En España, explica la autora, el franquismo puso freno al género, dejando el país “anquilosado” hasta hace pocos años: “Ahora el microrrelato está de moda, pero en Argentina y Uruguay ya lo estuvo hace 40 años”. Entre los nombres reconocidos, subraya los del mexicano Juan José Arreola (“Su libro Confabulario es una combinación de Kafka con Papini, con puntos de contacto con Borges”) y del estadounidense William Saroyan (“Influyó mucho en Juan Carlos Onetti”). De la escena emergente, se queda con la obra de la también estadounidense Lydia Davis: “Es la mejor cuentista del mundo. Un portento de lucidez y crueldad psicológica”.
“Poe, Maupassant, Kafka, Borges, Cortázar... ¿Cómo elegir? Y, sobre todo, ¿por qué elegir, si puedo tenerlos todos?”, responde Ana María Shua a la pregunta sobre su clásico básico. Prolífica autora de cuentos y microrrelatos, con títulos como la colección Que tengas una vida interesante (Emecé), la escritora argentina acaba de cruzarse con la obra de tres autores que, en breve tiempo, han sido capaces de imprimir una huella en su memoria: “Edgar Keret, el israelí loco que inventó otra manera de contar; Alice Munro, una vieja canadiense que se cree que un cuento se puede contar como si fuera una novela, ¡y lo consigue!, y Eloy Tizón, el cuentista español que toma al lector de sorpresa y lo derriba en cada párrafo”. Entre los jóvenes talentos que despuntan en lengua castellana, señala dos nombres: “En España, Isabel González, sin duda, con su libro Casi tan salvaje, escrito a estocadas salvajes sin el casi. En Argentina (pero publicada también en España), Samanta Schweblin, una genio, no se la pierdan, nieta literaria de Dino Buzzati. Con menos de 35 años, las dos ya son más que promesas”.
A Cristina Fernández Cubas, cuya producción se centra fundamentalmente en el cuento y el relato, la cuestión de los descubrimientos recientes le pilla con la memoria fresca. “Hace solo dos días he acabado de leer Al este de occidente, del búlgaro Miroslav Penkov”, cuenta la autora de, entre otros títulos, Parientes pobres del diablo (Tusquets). “Y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien”. ¿Los imprescindibles de toda la vida?: Maupassant, Poe, y en español, Emilia Pardo Bazán.
Solo en el caso de verse en la tesitura de tener que elegir –que es el caso- Gonzalo Hidalgo Bayal se decantaría, entre los abundantes títulos en español, por Vidas sombrías de Pío Baroja y Los caballos azules de Ricardo Menéndez Salmón. “Los relatos de Vidas sombrías son a un tiempo tradicionales y de autor, barojianos (valga la redundancia), es decir, contienen por lo general un episodio que se justifica en sí mismo y merece por ello ser contado, por muy tenue que sea en algunos casos la trama, y, además, se ve tras ellos la mano o el sello de Baroja. Muestran, en suma, a un escritor joven (el libro es de 1900) intentando hacerse, a su primera manera, con una tradición narrativa. Los relatos de Los caballos azules, por su parte, tienen varios de los ingredientes que más me atraen en los libros de narrativa breve: tramas perfectas, hondura intelectual y exigencia estilística, algo, por lo demás, evidente en todas las invenciones de Ricardo Menéndez Salmón, sean breves o de extensión media”. En otros idiomas, y dejando de lado a los “obvios” –“Maupassant, Chéjov, Cheever, Carver, Munro, etc…”- un libro al que el autor de Conversación (Tusquets) regresa de cuando en cuando es Centuria, de Giorgio Manganelli. “También por alguna de las razones que apuntaba antes: la exploración ejemplar de los recursos, la eficacia estilística y cierta reflexión intelectual, para mi gusto, envidiable”.
Al cuentista, novelista y Premio Cervantes Juan Marsé, de entre los clásicos le atrae, sobre todo, John Cheever. ¿El cuento que le parece más reseñable? El sueño realizado, extraído de Cuentos Completos (Alfaguara), de Juan Carlos Onetti, un libro que comparte título con su más grato hallazgo en los últimos tiempos, una obra del estadounidense Bernard Malamud publicada por El Aleph.

martes, 26 de junio de 2012

FRANCESCA WOODMAN



Alguna de sus obras

Las palabras feas más bonitas
Por: Winston Manrique Sabogal23/06/2012

Ilustración de Fernando Vicente.
El post de hoy es una invitación a hacer una triquiñuela. Buscar la belleza en un jardín prohibido, que queremos alejado de nosotros.
Desde ayer nuestra lengua está alborotada, una vez más. La Real Academia actualizó el Diccionario en 1.697 palabras y nuevas acepciones y algunas supresiones. Un idioma con 80.000 voces oficiales, aunque muchísimas más en el uso corriente, que suele ir por delante de la bendición oficial. Y hoy el Instituto Cervantes celebra por tercer año el Día del Español en todo el mundo en el que nos invita a elegir nuestra palabra favorita. Hace seis años empezó la moda de estas elecciones: las más bonitas, más sonoras o favoritas. Aquel año ganó la palabra Amor, tras una convocatoria de la Escuela de Escritores de Madrid. En el origen se trataba de exaltar las voces eufónicas, descubrir la musicalidad, la sensualidad, la resonancia sonora, en resumen la estética de los vocablos. Lo cual me gusta más y me resulta más original y estimulante ya que cada lengua o idioma tiene sus propias características, y una elección semántica por significado, interpretación o concepto dará un resultado más previsible en cualquier idioma, y sin duda ahí estarían palabras que exaltan la vida o el bienestar: amor, felicidad, madre, amistad, hijo y estos días honestidad. Voces que fonéticamente me parecen insípidas, salvo algunas como Alegría.
Para mí el juego está más en la eufonía, en la belleza de la fonética. Es más divertido y resulta un mejor homenaje a nuestro idioma. Por eso hoy Día del Español he pensado en una vuelta de tuerca al juego de la fonética y sonoridad de las palabras. En reivindicar vocablos cuyo significado, concepto o connotación no nos gusta por ser negativo, molesto, desagradable, antipático, triste o feo pero cuya palabra en sí misma es bonita y tiene gracia, e incluso encanto. Por eso les propongo un juego: recordar-elegir las palabras feas y que no nos gustan por su concepto pero que son bellas. Señalar las feas más bonitas. Por ejemplo:
Sibilino...
Zurullo...
Malandrín...
Zurriburri...
Ardid...
Filibustero...
Sombrío...
Pocilga...
Añagaza...
Truculento...
Suripanta...
Zozobra...
Almizcle...
Gañán...
Perfidia...
Engatusar...
Truhan...
Lúgubre
Mohíno
Ruin...
¿y qué me dicen de Triquiñuela?
Todo este interés por las palabras y su sonoridad y su significado me viene desde cuando estaba en la universidad. Leí un libro en el que se decía que en una encuesta sobre las palabras más bonitas del español había resultado ganadora Cristal. Me quedé pensando si compartía o no esa elección. Hasta ese momento nunca había hecho una reflexión-elección de ese tipo con mi idioma. Al ser mi lengua materna y de uso cotidiano y normal nunca había reparado, en realidad, en su belleza estética. En el juego de la combinación de sus letras al ser pronunciadas más en unas que en otras. En separar concepto de estética. Entonces empecé a repetir: cristal... cristal... cristal... cris...tal... Y vi una nueva palabra. Y redescubrí mi lengua, mi idioma y su belleza. Adquirí verdadera conciencia de la vida propia de cada vocablo y de la vida que cobra en nuesta boca y nuestros labios cada vez que los pronunciamos. Unas con más gracia que otras, claro.
Por eso hoy, insisto, me pregunto por la belleza y la luz que puede haber en palabras cuyos conceptos y connotaciones nos gustaría que estuvieran alejados de nuestras vidas, pero que ellas en sí mismas no tienen la culpa. Los invito a rescatar las palabras feas más bonitas, en un homenaje al castellano o español nuestro idioma. Hagamos esta triquiñuela y entremos en un jardín prohibido para reconocer algunas de sus bellezas.
Gracias por la respuesta a este homenaje a nuestro idioma. Hay propuestas una cantidad de palabras maravillosas en su eufonía. Algunas de ellas las destacaré en un nuevo post el Miércoles de Libros, la sección semanal de Cultura online de EL PAÍS.