CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



domingo, 30 de mayo de 2010

SONATINA

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío


LA CANCIÓN DESESPERADA

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.

Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!

Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!

En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.

Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue
naufragio!

Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.

Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue
naufragio!

En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!

Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto.

Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.

Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.

Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.

Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.

Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.

Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los ambrientos dientes, oh los cuerpos
trenzados.

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.

Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!

Oh, sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.
De pie como un marino en la proa de un barco.

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.

Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.

Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

Es la hora de partir. Oh abandonado!

Pablo Neruda
Y vi como tu coche
se iba haciendo pequeño
carretera arriba,

mientras mi corazón
se iba encogiendo...
pulso abajo.

Miguel Galindo Abellán. Las alas en su sitio.
DESAMOR

Levantar la mirada y no saberte,
esperar un te quiero y no oír nada,
oler tu piel en sueños dibujada,
recurrir a un retrato para verte.

Conocer que el amor es el más fuerte
elixir de la vida y vil espada.
Tutear a la Muerte y la mirada
clavarle con desdén, odiar mi suerte.

Mandar besos al aire, lanzar gritos,
perder cada minuto la razón,
buscar sobre mi piel tu tacto suave.

Esperar y esperar mil infinitos...
todo esto en un mismo corazón
es desamor, quien lo probó lo sabe.

Miguel Galindo Abellán. Las alas en su sitio.
RETAZOS DE TI

Cuánto silencio
en la Era de las Comunicaciones

He descubierto
una nota al margen, dentro de un libro.
Leo: "Te quiero, te amo, te deseo",
escrito de tu puño y alma.
Y quiero volver atrás
y agarrarme al momento
y no dejar que el hoy se imponga.

He descubierto
que el tacto es la memoria
más amarga, cruel y duradera.

He descubierto
que el futuro está en el corazón
y no en el tiempo.

He descubierto
que el espejo
refleja la mitad de lo que era.

He descubierto
tantos retazos de ti...


Miguel Galindo Abellán. Las alas en su sitio.

martes, 25 de mayo de 2010

Materia

El amor no se destruye, sólo se transforma

El amor se fue de aquéllos
sin avisarla a ella
ni perdonarle a él,
dejándolos muertos,
desorientados,
y marchó caprichoso
a los pies de otros ellos
que de puntillas los de ella
y sobre el suelo los de él
abrazaron el regalo
sin darse cuenta,
y con un casto beso
sellaron ambos
el principio de un fin
eternamente infinito
eternamente cambiando,
creyéndose únicos
mientras les dura el milagro,
mientras algún él
y alguna ella
todavía muertos
y desorientados
son (sin saberlo) los próximos,
víctimas y verdugos
del amor
que a aquéllos les han robado.


Julia Mena García

Electrónica

Se cuela un ritmo de electrónica lenta
por las rendijas de la persiana,
y queda escondido, como herido, entre la almohada
y mi cabello, empapado de sudor.


Los ángeles no nos miran esta noche, pues está
cerrado por derribo el escaparate donde exhibirnos,
y testarudos seguimos interpretando a oscuras una farsa,
fingiéndonos clandestinos por no confesarnos olvidados.


Se cuela por entre las rendijas de las sábanas
un ritmo de electrónica muerta,
y queda escondido, como herido, entre mi cabello
y el testigo de la almohada, el resto de un fantasma
que cree engañarnos, disfrazado de sudor.


Que cree engañarnos. Pero no.

Julia Mena García

lunes, 24 de mayo de 2010

"Amar es un maleficio, como los que tienen lugar en los cuentos, contra el cual no puede hacerse nada hasta que el encantamiento no cesa".
Marcel Proust. Le temps retrouvé.

"La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu".
Ibid.

domingo, 23 de mayo de 2010

"El albatros"

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

Charles Baudelaire. Las flores del mal.

"Te quiero"

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Mario Benedetti

"La caída (Visión)"

No sé bien qué ha pasado,
ni cómo ha sucedido.
Hay hechos que acontecen
sin porqué, o por motivos
que no son descifrables.
Caminaba tranquilo
bajo el sol de la tarde
y de repente he oído,
dentro de mí, como unos
golpes sordos, el ruido
de algo que se caía
y rodaba a un abismo.
Perplejo, me he asomado
a mi interior. Y he visto
un inquietante hueco
muy hondo, y he podido
atisbar con esfuerzo
-cuando al cabo se hizo
penetrable a mis ojos
lo oscuro-un impreciso
bulto desvencijado
en el fondo tristísimo
de ese pozo. ¿Qué era?
No sabría decirlo.
¿Era un ave, era el alma?
Un confuso amasijo
de sangre y alas rotas.
Asustado, he salido
de mí mismo al instante
y he vuelto a mi camino
en esta tarde rara
del mundo. Me dirijo
despacio no sé adónde.
Anochece. Hace frío.
Eloy Sánchez Rosillo. De Oír la luz.
CÉSAR FRANCK A AUGUSTA HOLMES

Quinteto para piano en Fa menor

1
(Molto moderato, quasi lento - Allegro)

Cuando ya no esperaba que nada perturbase
el sosiego y el orden que yo mismo elegí para mi vida,
apareciste tú, y de repente toda la paz que poco a poco
fui con paciencia conquistando apartóse de mí,
y una llama muy viva ahora me habita el alma.

Tú tal vez no comprendas lo que esto significa para un
hombre
como yo, que siempre ha estado, en realidad, tan solo,
a pesar de la fiel compañía de unos pocos amigos
y de la larga dicha conyugal que mi mujer me ha dado.
Es como si de pronto un ruiseñor cantara
en la desolación de un árbol anclado en el invierno
y sus ramas desnudas de nuevo recordasen
la gracia del verdor bajo el influjo de esta música.


2

(Lento, con molto sentimiento)

Mi vida ha sido un duro camino de fracasos
a los que nunca doblegué mi espíritu,
pues desde siempre supe que el artista que trabaja
con honradez en el servicio de su Señor y de su obra,
muy rara vez consigue la atención de las gentes
de su tiempo; atención que estimula,
pero que al fin y al cabo no necesita el arte.

Bajo las altas bóvedas de esta iglesia ha transcurrido
la parte más fecunda y hermosa de mis días:
el olor de la cera y del incienso de las sagradas ceremo-
nias,
los devotos rumores de las plegarias de los fieles,
me acompañaron siempre mientras que yo intentaba,
sentado aquí, en el coro, junto al dócil teclado
de este órgano amigo, dar expresión cumplida
a la inquietud que me embargaba el pecho.

Y en cierto modo he sido feliz, porque acepté
con humildad el fluir casi anónimo
de mi destino, aunque a veces el desaliento y el hastío
se acercaran a mí.


3


(Allegro non troppo, ma con fuoco)


Ahora sé que mi dicha
fue tan sólo ignorancia de que un día cualquiera
habrías de llegar: tu presencia bastó
para arruinar la paz que con trabajo obtuve.

Cómo negarme a la dulzura con que a veces me miras,
a tu risa tan libre, al fulgor que te envuelve,
a la luz que en tus labios brilla si es que me nombras.

Yo no sé, yo no sé, pero bendigo esta locura
que sacude mi espíritu y me llena de sol cuando te veo.
Y doy gracias a Dios por haberte creado, por haber
permitido
que vinieras de pronto para cambiar mi vida;
pues ya no soy el mismo, aunque a los ojos
de todos sea el de siempre y nadie, nadie sepa
que sólo pienso en ti, que te amo, que es para ti mi
música.

Eloy Sánchez Rosillo. De Páginas de un diario.

sábado, 22 de mayo de 2010

Irse

Cada vez que te vayas de vos misma
no olvides que te espero
en tres o cuatro puntos cardinales
siempre habrá un sitio dondequiera
con un montón de bienvenidas
todas te reconocen desde lejos
y aprontan una fiesta tan discreta
sin cantos sin fulgor sin tamboriles
que sólo vos sabrás que es para vos
cada vez que te vayas de vos misma
procurá que tu vida no se rompa
y tu otro vos no sufra el abandono
y por favor no olvides que te espero
con este corazón recién comprado
en la feria mejor de los domingos
cada vez que te vayas de voz misma
no destruyas la vía de regreso
volver es una forma de encontrarse
y así verás que allí también te espero
"El mundo que respiro". Mario Benedetti

IMÁGENES

LOS IMPRESCINDIBLES DE LA LITERATURA UNIVERSAL

• La metamorfosis. Kafka
• La montaña mágica. T. Mann
• La familia de Pascual Duarte. C.J.Cela
• El ruido y la furia. W. Faulkner
• Oliver Twist. Ch. Dickens
• El retrato de Dorian Gray. O. Wilde
• Huckelberry Finn. M. Twain
• El libro de la selva. R. Kipling
• Rojo y negro. Stendhal
• Madame Bovay. G. Flaubert
• La isla del tesoro. Stevenson
• El corazón de las tinieblas. J. Conrad
• Casa de muñecas. Ibsen
• El barón rampante. I. Calvino
• Cuentos. A. Poe
• Don Quijote de la Mancha. M. Cervantes
• Ulises. J.Joyce
• Las uvas de la ira. Steinbeck
• El viejo y el mar. Hemingway
• La madre. Gorki
• Doctor Zhivago. Pasternak
• Opiniones de un payaso. Böll
• El señor presidente. M. A. Asturias
• El siglo de las luces. A. Carpentier
• Cien años de soledad. G.García Márquez
• La ciudad y los perros. V. Llosa
• Conversación en la catedral. V. Llosa
• El astillero. Onetti
• Rayuela. Cortázar
• Los santos inocentes. M. Delibes
• En busca del tiempo perdido. M. Proust
• Señas de identidad. Goytisolo
• Muerte de un viajante. A. Miller
• El llano en llamas. J. Rulfo
• El sueño de los héroes. Bioy Casares
• Paradiso. Lezama Lima
• El mundo es ancho y ajeno. Ciro Alegría
• El perfume. Süskind
• Viaje al fin de la noche. Céline
• Memorias de Adriano. M. Yourcenar
• Mientras yo agonizo. W. Faulkner
• El amante de Lady Chatterley. D. H. Lawrence
• La conjura de los necios. Kennedy Toole
• 1984. G. Orwell
• Un mundo feliz. A. Huxley
• El extranjero. A. Camus
• Moby Dick. H. Melville
• Cuentos. Chéjov
• Guerra y paz. Tolstòi
• Crimen y castigo. Dostoiewsky
• La cartuja de Parma. Stendhal
• La Regenta. Clarín
• La busca. Pío Baroja
• Luces de Bohemia. Valle-Inclán
• Los viajes de Gulliver. J. Swift
• Cuentos. Lovecraft
• Manhattan Transfer. J. Dos Passos
• Adiós a las armas. Hemingway
• El gran Gastby. Fitzgerald
• El Don apacible. Sholojov
• Yo, el Supremo. Roa Bastos
• El tambor de hojalata. G. Grass
• El aleph. Borges
• El túnel. Sábato
• La vida breve. J.C. Onetti
• La colmena. Cela
• Al faro. V. Wolf
• Pigmalión. Shaw
• Pedro Páramo. J. Rulfo
• El cuarteto de Alejandría. Durrell
• El proceso. Kafka
• Lolita. Nobokov
• Vida y destino. Grossman
• El lobo estepario. H. Hesse
• Crónicas marcianas. Ray Bradbury
• El conde de Montecristo. A. Dumas
• El evangelio según Jesucristo. Saramago
• El nombre de la rosa. Umberto Eco
• La Eneida. Virgilio
• Fausto. Goethe
• Frankestein. M Shelley
• La divina comedia. Dante
• La Ilíada. Homero
• La muerte de Artemio Cruz. Carlos Fuentes
• La Odisea. Homero
• Las aventuras de Sherlock Holmes. A. C. Doyle
• Las ciudades invisibles. I. Calvino
• Las metamorfosis. Ovidio
• Las mil y una noches. Anónimo
• Lazarillo de Tormes. Anónimo
• La Celestina. F. de Rojas
• Los miserables. Víctor Hugo
• Seda. Alessandro Baricco
• La trilogía de Nueva York. P. Auster
• 2001, una odisea espacial. Arthur C. Clarke
• Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carrol
• Amistades peligrosas. Choderlos de Laclos
• Antología poética. Mario Benedetti
• Veinte poemas de amor y una canción desesperada. P. Neruda
• Como agua para chocolate. L. Esquivel
• Crónica de una muerte anunciada. G. García Márquez
• Cuento de navidad. Ch. Dickens
• Cumbres borrascosas. E. Brontë
• David Copperfield. Ch.Dickens
• Don Juan Tenorio. J.Zorrilla
• La vida es sueño. Calderón de la Barca
• El Dr. Jekyll y M. Hyde. Robert L. Stevenson
. 2666. Ricardo Bolaño
. Don Quijote de la Mancha. Cervantes
. El librero de Kabul. Asne Seierstad
. Contra el viento del norte. Daniel Glattauer
. Cada siete olas. Daniel Glattauer
. Yo confieso. Jaume Cabre
. El imperio eres tú. Javier Moro
. El mapa del tiempo. Félix J. Palma
. El mapa del cielo. Félix J. Palma
. Jonathan Strange & Mister Norrell. Susana Clarke 
. El enredo de la bolsa y la vida. Eduardo Mendoza

miércoles, 19 de mayo de 2010

Walt Whitman. "Hojas de hierba"

I
LA ÚLTIMA VEZ QUE FLORECIERON LAS LILAS EN EL JARDÍN

La última vez que florecieron las lilas en el jardín,
Y la gran estrella declinaba en el cielo nocturno de
Occidente,
Lloré y he de llorar todavía con la eterna primavera.

Primavera que siempre retornas, me traes una segura
Trinidad,
Las lilas en flor perenne, la estrella que declina en
Occidente,
Y el recuerdo de aquel que amo.

¡Oh, poderosa estrella caída por occidente!
¡Oh, sombras de la noche! ¡Oh, noche triste y melancólica!
¡Oh, gran estrella desaparecida!¡Oh, tenebrosa oscuridad
Que ocultas la estrella!
¡Oh, manos crueles que me reducen a la impotencia¡ ¡Oh,
Alma mía desvalida!
Oh, implacable nube que me rodeas y no quieres liberar mi
Alma.

En el jardín, frente a una vieja granja, cerca de la valla
Blanqueada,
Se yergue un alto matorral de lilas, con las hojas en forma de
Corazón de un verde intenso,
Con muchas flores puntiagudas que ascienden
Delicadamente, con ese perfume penetrante que amo,
Cada hoja un milagro, y de este arbusto del jardín,
Con flores de delicados colores y hojas en forma de corazón
De un verde intenso,
Una rama con su flor arranco. […]


II
CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,
Y cuanto asumo tú lo asumirás,
Porque cada átomo que me pertenece,
te pertenece también a ti. […]