Cada gota de lluvia es una caricia.
Fueron veinte años de sequía pertinaz
y las gentes del pueblo celebraban,
exaltadas, el tesoro divino que del cielo caía.
Cada gota de lluvia trae el recuerdo
de sentimientos olvidados, desubica telarañas,
limpia rincones enjutos y resecos.
Se baila, se canta, se ama bajo la lluvia insistente,
la lluvia, que se abre un hueco en el corazón.
No hay contención, pero sí, ilusión y esperanza…
Pasaron veloces aquellos días
llevándose, atolondrados, todo lo que por delante se puso.
Y se agotó su ciclo, y se supo
porque cesaron las caricias, los bailes y el amor;
y sólo quedaron charcos y mucho barro,
y se descubrió lo mal que drenaban las calles del pueblo.
Pero a lo lejos, como una hermosísima corona,
un arcoíris multicolor reinaba en el cielo
y las gentes se sintieron nostálgicamente felices
porque la belleza alumbraba sus días.
Josefa
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