CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



miércoles, 28 de marzo de 2012

Señoras

28.03.12

JOSÉ JAVIER ESPARZA |

Sara Carbonero hace un flaco favor a la mujer y al periodismo. No lo digo yo. Lo ha dicho la semana pasada la veterana periodista de TVE Rosa María Calaf, y ya puede usted imaginarse la que se ha liado. La hermosa Sara -sostiene Rosa María- «frivoliza la imagen de la mujer y contribuye a que la apariencia sea más importante que el contenido (&hellip) Para eso es mejor dedicarse al espectáculo o a hacer mamarrachadas en la tele que a la información». Ea. Lo que ha dicho Rosa María Calaf es, en general, verdad, pero ella sabe muy bien que no es enteramente justo. En la televisión es muy importante la imagen, el aspecto exterior, ya sea por la belleza o por la singularidad o por cualquier otra causa. Sara Carbonero debe su fama a su belleza, pero no es ni mucho menos una excepción. Otras (y otros), a falta de belleza, echan mano de algún otro recurso que marque una imagen llamativa. Por ejemplo, el pelo de colores de la propia Calaf, sin ir más lejos. Es verdad, eso sí, que Sara Carbonero ha demostrado muy poquitas cosas profesionalmente hablando, y en ese sentido la crítica de Rosa María es acertada. ¿Tiene la culpa Sara? No. ¿Se le puede reprochar a la Carbonero que utilice el trampolín que le ponen delante? Tampoco. ¿Llega Sara al umbral de lo que podría llamarse «un gran profesional»? Es obvio que no. Ahora bien, si unas no llegan, otras se pasan. Estoy pensando en Mercedes Milá, cuya altura profesional no puede discutir nadie, y que sin embargo la semana pasada saltaba a las portadas por enseñar el culo a un concursante, amén de otros gestos poco edificantes en torno a sus maduros pechos. ¿Qué le ha pasado a Mercedes Milá? Descartada la intoxicación etílica -hipótesis que no me atrevo ni a sugerir-, solo cabe pensar en ese otro tipo de intoxicación que produce el excesivo consumo de fama. Y ahí me habría gustado ver a Rosa María Calaf diciendo algo del tipo «Mercedes Milá hace un flaco favor a la mujer y al periodismo». Y añadiendo que «para eso es mejor dedicarse al espectáculo o a hacer mamarrachadas en la tele que a la información». Justicia.

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