CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL DEMONIO BAJO LA PIEL

EL DEMONIO BAJO LA PIEL
Director: Michael Winterbottom
De la revista CINEMANÍA. Enero 2011. Nº 184.
Por Rosie Fletcher.
“Breve resumen: Affleck interpreta a Lou Ford, ayudante del sheriff en un pueblo pequeño. Sale con su amor de la infancia, Amy (Kate Hudson). Es un tipo agradable, cae bien y es bueno en su trabajo. A Lou le envían a decirle a Joyce, la puta local (Jessica Alba), que se vaya del pueblo. Discuten. Ella le pega. Él empieza a golpearla con un cinturón de cuero hasta que las lágrimas de ella se convierten en gemidos de placer y ambos mantienen sexo salvaje. Con el comienzo de su aventura, arranca la espiral de Lou hacia el sadismo, el asesinato y la locura.
Hay dos escenas que, sin duda, van a dar mucho que hablar. En la primera, Lou saca un par de guantes de cuero y, casi con ternura, golpea a Joyce repetidamente en la cara hasta destrozarla. Le destroza la mandíbula y el ojo mientras ella lo acepta en silencio. En la segunda, Lou golpea a Amy con fuerza en el estómago varias veces hasta tirarla al suelo. Después le levanta la falda sobre la cabeza, ella se hace pis y él le da patadas hasta matarla. Justo antes de morir, ella se estira para acariciar el zapato de Lou.
No te será fácil encontrar un cine más duro e inquietante. Es difícil de ver y resulta discutible. Pero antes de llevaros las manos a la cabeza… esperad. En El demonio bajo la piel nada es tan simple como puede parecer a primera vista. […] “Cuando leí el libro me pareció que tenía mucha fuerza y me apeteció hacer la película”, explica Winterbottom cuando le preguntamos por su decisión de incluir las escenas de violencia gráfica. “Una vez que tomas esa decisión te estás comprometiendo con la violencia. Te estás comprometiendo con las historias de las dos mujeres, con la naturaleza de su relación en términos de deseo sexual. No era cuestión de apostar por un elemento de la historia sino de pensar si quería hacer la película. Entiendo que cueste aceptarla, que haya quien le ponga pegas. Creo que hay que ver la película como un todo, igual que hacemos con el libro. En mi opinión está claro que Lou Ford está loco, su forma de ver el mundo no es la correcta”.
Affleck está de acuerdo. “Cada vez que Lou hace algo explica por qué lo hace y le habla directamente al lector. Al principio, esas explicaciones parecen tener sentido pero luego, en algún momento, te das cuenta de que la persona que está narrando la historia está completamente loca. Es un m omento interesante en el libro porque tienes que decidir de qué lado estás. ¿Vas a creerte lo que te diga esa persona o tomarte el resto de la historia como el relato de un loco?”.
Flashbacks inconsistentes, perspectivas cambiantes… hay guiños e insinuaciones que implican que lo que cuenta Lou no es ni más ni menos que lo que quiere que sepas, no necesariamente lo que ocurre en realidad. Estamos ante una especie de padrino del Patrick Bateman de American Psycho, un tipo con buena pinta, encantador en apariencia, que oculta un asesino despiadado. Y, sin embargo, la adaptación al cine de May Harron era más divertida que perturbadora, muy lejos de los niveles de violencia que nos encontramos en El demonio bajo la piel.
[…] La violencia no es elegante, divertida ni estilizada. Y, aun así, la humillación de las dos mujeres y la mirada implacable de la cámara mientras son golpeadas, unida a la aceptación mostrada por ambas, no deja de ser difícil de digerir. Las dos parecen ofrecerle a Lou su absolución, su perdón. Winterbottom reflexiona: “Hay una diferencia entre los aspectos de su vida sexual que incluyen la violencia y la violencia de los asesinatos. Creo que son cosas diferentes”.
Affleck, Alba y Hudson parecen haber conectado con una verdad emocional más profunda en esta película, y Winterbottom está de acuerdo. “Jim Thompson trata de crear un mundo al estilo de Shakespeare, en el que las personas se ven abocadas a vivir en circunstancias extremas. Pero son versiones extremas de cosas que suceden todo el tiempo. La idea de alguien que, a causa de las experiencias que ha vivido o por otros motivos, se siente tan anulado, tan débil, tan inseguro e infeliz consigo mismo que se vuelve violento en ciertos casos no es nueva. Y las personas que sufren esa violencia son siempre las más cercanas. Creo que la historia de Lou es una manifestación extrema de cosas que la gente hace constantemente. A menudo tratamos peor a quienes nos son más queridos”.
El demonio bajo la piel es una película incuestionablemente difícil, innegablemente rica. Un cuento con moraleja sobre abusos cíclicos; una exploración de nuestra naturaleza autodestructiva; el relato de las fantasías violentas de un loco: podría ser cualquiera de estas cosas. Desde luego se trata de una experiencia cinematográfica exigente y devastadora, no apta para todas las sensibilidades pero que demandará múltiples visionados de aquéllos dispuestos a implicarse. Es horrible, sí, es dura, claro, pero dará que hablar y nos hará plantearnos preguntas. ¿Cómo se atreve? Para eso son las películas.

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