Pon tu boca sobre la mía,
pero deja libre mi lengua para que te hable de amor.
Cógeme primero en tus brazos, sujétame,
sólo luego puedes atarte a mis muslos de terciopelo.
Mi boca es para ti, devórala, no tengas miedo.
No es de azúcar que se pueda disolver.
De buena gana te doy mi boca,
pero, ¿por qué traer mi jarro si ya estoy mojada?
Te harás ceniza al instante
si yo fijo mi mirada embriagadora en ti.
El suicidio y el canto. Poesía popular de las mujeres pashtun,
de Sayd Bahodin Majruh, Gallimard, 1994
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