CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



domingo, 29 de abril de 2012

ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS


Ser viuda en la India, por Cristina Morató

| 28 abr 2012 MUJERHOY - Cristina Morató
MI ADMIRADA MOHINI GIRI, una activista india y fundadora de un centro de acogida en Vrindavan, dijo en una ocasión: "Ya sean cultas o incultas, ricas o pobres, las viudas son estigmatizadas y viven como ciudadanas de segunda clase. No pueden tener propiedades y lo peor es que hay muchas mujeres en esta situación". Según la tradición hindú, las viudas no pueden ser tocadas, traen mala suerte y son una maldición. Las mujeres que pierden a sus esposos en este país asiático sufren una doble marginación: por ser mujeres y por ser viudas. En el Código de Manu, una de las escrituras sagradas más antiguas de la India, se puede leer que una viuda debe sufrir mucho antes de morir, y debe ser pura en cuerpo, pensamiento y alma.

SER VIUDA en la India significa estar muerta en vida, y así es como muchas de ellas se sienten. Después de la pérdida del esposo, pasan a pertenecer a la casta de los intocables, la más baja de la escala social. En ese mismo instante comienza su terrible condena: vestirán siempre de blanco con una pieza de tela sin coser, llevarán la cabeza rapada y lucirán una marca de ceniza en su frente. Les arrancarán los ornamentos, las despojarán de todas sus posesiones y de su estatus social, y comerán una sola vez al día. Además, serán repudiadas por su propia familia, y sufrirán todo este castigo únicamente por haber sobrevivido a su esposo. Aunque la ley prohibió el rito del sati, que las obligaba a inmolarse en la pira funeraria de sus maridos, muchas mujeres prefieren, incluso hoy, suicidarse antes que vivir como viudas y pasar a ser intocables.

A UNOS CIEN kilómetros de Delhi, capital de la India, se encuentra la ciudad sagrada de Vrindavan, donde, según la tradición, el dios Krisna pasó su infancia. Ahora se la conoce como "la ciudad de las viudas" porque más de veinte mil mujeres, llegadas desde los lugares más remotos del país, sobreviven en sus calles gracias a la caridad. Al menos aquí, aunque viven en la más extrema pobreza y abandonadas a su suerte, pueden comer, gracias a las limosnas de los fieles.

COMO LA DOCTORA Mohini Giri, otras personas en el mundo trabajan para cambiar la situación de las viudas indias. El Mathama Gandhi fue uno de los primeros en alzar su voz. Le siguieron intelectuales, activistas, políticos y directoras de cine como Deepa Mehta, que, con su película “Water” (Agua), dio a conocer al mundo la cruda realidad de la India de los intocables. Al igual que ellos, la fotógrafa española Diana Ros lucha por devolver a las viudas indias su dignidad. Una visita a Vrindavan cambió para siempre su vida. Había viajado en varias ocasiones a la India, pero la visión de tantas mujeres descalzas, con la cabeza rapada y vestidas de blanco, caminando cabizbajas como almas en pena, la conmovió y decidió hacer algo por ellas. Hace cuatro años fundó su propia ONG en Vindravan, SOS Mujer (www.sosmujer.org), para proporcionarles ayuda sanitaria, legal y psicológica. Diana asegura que solo persigue un sueño: "Conseguir que las viudas de la India se sientan seres humanos, darles voz y que dejen de ser invisibles".

P. D.: En la India hay cerca de 45 millones de viudas condenadas al ostracismo, marginadas socialmente y sin recursos económicos. Más de la mitad son jóvenes entre 15 y 19 años, sin ningún futuro. La mayoría son analfabetas que no conocen sus derechos y viven de la caridad.

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