CANTO A MÍ MISMO

Me celebro a mí mismo,

y cuanto asumo tú lo asumirás,

porque cada átomo que me pertenece,

te pertenece también a ti. [...]

Walt Whitman. Hojas de Hierba.



martes, 26 de junio de 2012



28 autores eligen sus hijos predilectos
Escritores como Vargas Llosa, Ferlosio, Marías, Matute, Piglia o Marsé eligen en un libro insólito los fragmentos de sus obras que consideran más representativos

Este es un viaje a los aleph de 28 escritores a través de sus propias voces. A los lugares elegidos por ellos por condensar lo más representativo, logrado, emblemático o preferido de su creación literaria. Todo en 757 páginas a bordo de  Mil bosques en una bellota (Duomo), un libro a cargo de Valerie Miles después de casi cinco años en los que convenció a estos escritores de crear una especie de autorretrato literario. “Una suerte de testamento en el que a través de sus pasajes elegidos ellos se presentan y dicen: ‘Este soy yo”, resume la editora y periodista neoyorquina cuya relación con la literatura en español va camino de cumplir dos décadas.
Las estaciones del viaje incluyen universos tan conocidos en el mundo como los de Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Ricardo Piglia, Ana María Matute, Carlos Fuentes, Juan Marsé, Enrique Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina o Juan Goytisolo; así como otros muy prestigiosos en sus países y que merecen más reconocimiento fuera de ellos como Aurora Venturini, Cristina Fernández Cubas, Ramiro Pinilla, Rafael Sánchez Ferlosio, Hebe Uhart o Evelio Rosero.
La antología pretende, en palabras de Miles, hacer una lectura desde la distancia y la extrañeza. “Redibujar parte de la literatura hispanohablante a través de una nueva mirada donde hablan los propios escritores. Dejar a un lado prejuicios, tratar de ir más allá de la tradición, quitarnos el corsé, con un espíritu más lúdico”.
La nena fue el primer relato de la máquina de contar historias de La ciudad ausente. Por eso lo elijo (…) A veces pienso que lo que he escrito después son en realidad historias de la máquina”,  Piglia
“La nena fue el primer relato de la máquina de contar historias de La ciudad ausente. Por eso lo elijo (…) A veces pienso que lo que he escrito después son en realidad historias de la máquina”, cuenta el argentino Ricardo Piglia sobre la elección de su bellota literaria. ¿Y qué es la bellota en esta antología? Una idea que surge de la frase de Ralph Waldo Emerson: “La creación de mil bosques está en una bellota”, que sirve para reflexionar sobre la manera en que, según Miles, “hay una mente común a todos los hombres y por lo tanto, toda la historia existe en cada hombre, que toda la historia se encuentra plegada en una experiencia individual única”.
Esta es la primera de las cuatro partes que corresponde a cada escritor en el libro. En ella desvelan su pasaje y su justificación. Las otras tres partes son En conversación con los difuntos, referida a las influencias del autor; Coda, una pregunta concreta sobre la obra elegida por el autor; y Mil bosques, el fragmento o fragmentos elegidos.
Un viaje y un diálogo con el lector que empieza desde la primera parte, La bellota. El escritor descubriendo su aleph que no siempre coincide con su obra más conocida, premiada o canonizada. Carlos Fuentes, por ejemplo eligió un pasaje de Terra nostra, uno de sus libros más queridos y experimentales y del que creía que iba a ser más valorado: “Esos fragmentos tienen la mala costumbre de resumir mi idea de narración”. Vargas Llosa tampoco se decantó por ninguna de sus primeras obras que le dieron tanto prestigio. Se inclinó por El paraíso en la otra esquina y La Fiesta del Chivo. Y Enrique Vila-Matas prefirió Porque ella no lo pidió al descubrir que de ahí surge parte de los derroteros de su trayectoria, en un juego de espejos reflectantes que lo llevaron a tener que presentar un hecho real como ficción.
Escogí los párrafos que me parecen más ingeniosos de invención de mi última novela. Lo he elegido porque me gusta y porque me parece una invención feliz”,  Sánchez Ferlosio
Elecciones que fueron una tortura. Sobre todo teniendo en cuenta que si casi ningún creador suele reconocer cuál es su obra preferida, más difícil era decir cuál es su fragmento predilecto o representativo. Al final lo hicieron y cada viaje literario está precedido de anuncios tan diversos y tentadores como estos:
“Es exponente de mis preocupaciones y de mi metodología”, reconoce Eduardo Mendoza sobre La verdad sobre el caso Savolta.
“Raras veces, en tan poco número de palabras he logrado explicarme tantas cosas”, confiesa Cristina Fernández Cubas acerca de El viaje.
“Fue gracias a este cuento que pude volver a escribir después de una larga temporada de parálisis creativa”, recuerda Sergio Pitol de Nocturno de Bujara.
“En él se despliega un tema central de mi obra, el conflicto entre la apariencia y la realidad y, al mismo tiempo, se anuncia su desenlace”, advierte Juan Marsé de Últimas tardes con Teresa.
“Es un relato emblemático, una culminación de mi escritura de los años sesenta, de mi treintena en París”, cuenta Jorge Edwards de El orden de las familias.
“Es representativo de mi escritura y los diversos intereses que he cultivado durante toda mi trayectoria. Quería dar forma a una tradición oral”, dice Antonio Muñoz Molina de El jinete polaco.
“Escogí los párrafos que me parecen más ingeniosos de invención de mi última novela. Lo he elegido porque me gusta y porque me parece una invención feliz”, admite Rafael Sánchez Ferlosio de El testimonio de Yarfoz.
“Es uno de esos fragmentos de los que más orgullo me inspiran, porque sé que en él hice algo que no resulta muy fácil y creo que más o menos conseguí lo propuesto”, reconoce Javier Marías de Mañana en la batalla piensa en mí.
Y así un total de 28 mundos irrepetibles donde se puede descubrir el soplo de la creación, la ilusión, el deseo, el logro, la intención o la felicidad. Una idea que Valerie Miles retomó del libro This is my Best. Over 150 self-chosen and complete masterpieces, and the reasons for their selection, creado por Whit Burnett en 1942.
Si este viaje de Mil bosques en una bellota tiene 28 destinos literarios para los lectores, dichas rutas desvelan que los escritores visitaron, mayoritariamente, dos lugares, uno real y otro imaginario: París, refrendada como patria literaria, y el territorio de Yoknapatawpha, de Willian Faulkner.
Aurora Venturini (Las primas), Ramiro Pinilla (Las ciegas hormigas), Ana María Matute (Olvidado Rey Gudú), Rafael Sánchez Ferlosio (El testimonio de Yarfoz), Carlos Fuentes (Terra nostra), Jorge Edwards (El orden de las familias, La muerte de Montaigne y Persona non grata), Juan Goytisolo (Telón de boca), Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa), Sergio Pitol (Nocturno de Bujura), José de la Colina (La última música del Titanic), Esther Tusquets  (Orquesta de verano), Hebe Uhart (Mudanzas, él y Guiando la hiedra), Mario Vargas Llosa (El Paraíso en la otra esquina y La Fiesta del Chivo), Alfredo Bryce Echenique (Un mundo para Julius), Edgardo Cozarinsky (Lejos de dónde), José María Merino (La orilla oscura, La casa de los dos portales, Mosca, La tostadora y La tacita), Ricardo Piglia (La ciudad ausente), Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta), Cristina Fernández Cubas (El viaje, El año de Gracia y El ángulo del horror), Elvio Gandolfo (El momento del impacto), Enrique Vila-Matas (Porque ella no lo pidió), Rafael Chirbes (Crematorio), Alberto Ruy Sánchez (Los nombres del aire), Javier Marías (El hombre sentimental, Cuando fui mortal. Mañana en la batalla piensa en mí y Negra espalda del tiempo), Abilio Estévez (El navegante dormido), Antonio Muñoz Molina (El jinete polaco y Sefarad), Horacio Castellanos Moya (Insensatez) y Evelio Rosero (Lucía o las palomas desaparecidas).
El libro consta de cuatro partes: La bellota, En conversación con los difuntos, Coda y Mil bosques.

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